La estepa zaragozana se blinda

El Ayuntamiento aprueba un plan para proteger y dar a conocer los amplios paisajes esteparios al sur del Canal Imperial.

La estepa zaragozana es un territorio tan duro como valioso. A las puertas de la ciudad, se trata de una enorme extensión con un ecosistema particular en el que se ha desarrollado una fauna y flora condenada a adaptarse a unas condiciones muy duras, con escasas precipitaciones, mucho frío en invierno y mucho calor en verano. En la estepa zaragozana se dibuja un paisaje árido, alejado de los cánones de belleza natural preconcebidos, pero que encierra un encanto particular muy apreciado por los visitantes que se atreven a adentrarse en él. Ahora, este patrimonio natural de Zaragoza va a reforzar su protección con el plan de la estepa, recién aprobado en el Ayuntamiento.


Según explica en su memoria, el plan abarca todos los suelos considerados como no urbanizables que hay al sur del Canal Imperial, una superficie de 33.158 hectáreas. El objetivo es "reconocer las características de los ecosistemas esteparios", incluidos su flora y fauna, así como "regular sus usos y medidas de preservación para asegurar su pervivencia". Así, se fija una regulación para todos los suelos –respetando el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU)– y para "los usos y actividades" que se puedan desarrollar, "valorando los impactos que producirían" en el entorno.


El documento mantiene las categorías que recoge el PGOU, pero además incluye una separación propia por zonas denominadas A, B y C. La primera, en el entorno de La Muela, es la que recibe un mayor grado de protección "por sus valores de vegetación y paisaje". Se prohiben los usos residenciales, de instalación de servicios urbanos, circuitos de vehículos a motor, usos sanitarios o asistenciales, industrias nocivas, depósitos de áridos, vertederos de residuos, campamentos turísticos, áreas de picnic, parques rurales... La zona B es un área que hace de ‘colchón’ rodeando a la zona A, mientras que la zona C –la más cercana a El Burgo de Ebro–, se queda con las limitaciones que ya impone el PGOU.


El plan propone consolidar la estepa y darle un impulso. A pesar de estar bordeando la ciudad, el porcentaje de zaragozanos que la conoce es escaso, y eso que los amantes del senderismo y de la bicicleta de montaña exprimen los caminos los fines de semana. La idea es apoyar y fomentar los usos agrícolas (cereal) y ganaderos tradicionales, mantener las balsas naturales, consolidar la red de caminos incluyendo puntos de aparcamiento disuasorios, promover el conocimiento de las zonas de mayor interés ecológico entre los escolares y rehabilitar las edificaciones tradicionales que están abandonadas. En este aspecto, se propone recuperar este patrimonio para el uso que tenían o, incluso, para otros alternativos como casas rurales o establecimientos de restauración, aunque con ciertos límites de capacidad y dimensiones para no provocar un impacto dañino en el entorno. Además, se dan directrices para recuperar estas edificaciones: las cubiertas se reconstruirán con teja árabe y con espacios para la nidificación del cernícalo primilla, una de las especies amenazadas que acoge la estepa, junto a otras aves como el aguilucho cenizo, el sisón, la ganga ortega y la alondra de Dupont.


El plan estima que será necesario un presupuesto de 1.611.000 euros que se invertirán en estudios, medidas de apoyo a la agricultura y ganadería, el mantenimiento de las balsas y acciones para extender el conocimiento del lugar. El presupuesto del año que viene –si es que finalmente se aprueba– ya incluye partidas para la estepa, y el proyecto Life de la Unión Europea también contempla actuaciones en este enclave natural único.