Ángel Serrano Laguna: “Los videojuegos también transmiten cosas buenas”

Para Ángel Serrano, investigador de la Universidad Complutense, los videojuegos permiten crear mundos en los que se interacciona.

Serrano, durante su reciente visita a Zaragoza
Ángel Serrano Laguna: “Los videojuegos también transmiten cosas buenas”
Oliver Duch

Los padres habitualmente racionan el tiempo para videojuegos. ¿Usted pretende aumentarlas?


¿Por qué no? No tiene nada de malo si se aumenta con un fin concreto y en lugares diferentes, sobre todo en el colegio.


Estarse hasta las tres de la mañana luchando contra orcos y trols, ¿es algo educado?


Existen estos jugadores que están hasta las tantas con este tipo de juegos, que también tienen su parte educativa. Nosotros intentamos luchar contra esa mala fama del jugador como alguien encerrado en su casa todo el día con la consola, mostrando las virtudes que tienen los videojuegos.


En los colegios están prohibidos los móviles, ¿por qué abrir la puerta del aula a las consolas?


De hecho, en nuestra misma facultad, en el aula donde ponemos juegos a los alumnos, hay un cartelito así... Es una mentalidad contra la que estamos trabajando. Y nuestras investigaciones avalan que los videojuegos también pueden transmitir cosas buenas.


En su caso, han llegado hasta la universidad. ¿Qué licenciatura recomendaría a Sonic y Mario Bros?


Supongo que Super Mario tendrá una FP de Fontanería. Y a Sonic no le hacen falta muchas carreras.


Quizá INEF.


¡Igual!


¿Qué enseñan los videojuegos?


En otros tipos de arte, el espectador es pasivo. Pero con los videojuegos puedes crear mundos en los que interacciones, y hacer simulaciones de cosas que no tienes en la vida real. Y puedes aprender haciendo en un montón de campos: nosotros hacemos en Medicina, Historia, Teatro, Matemáticas...


¿Medicina?


Sí, porque ellos tienen un montón de procesos, que además tienen que hacer con material. Tener un juego que reproduzca esos procesos sin el material le viene muy bien al alumno.


Y a usted, ¿qué le han enseñado?


Yo he jugado desde muy pequeño. Y lo primero que aprendí fue inglés. Si en un juego salía un cartelito en el que un personaje te decía algo, yo me iba al diccionario a ver qué significaba.


Estudia cómo evaluar la función didáctica de cada juego. ¿Cómo se hace eso?


Es complicado. Nosotros intentamos coger objetivos no muy ambiciosos, un trocito muy concreto de contenido, diseñar un juego acorde a ello y hacer un juego sencillito que transmita esos conocimientos. Es un arte... y lleva tiempo.


Y ¿cómo evalúan ustedes?


Depende. Un juego emite una serie de señales que están asociadas a objetivos educativos y que nosotros recogemos. Si llega a esas señales, podemos decir que el alumno ha aprendido.


Especifique un poco, que no me entero.


Por ejemplo, tenemos un juego para enseñar a programar. Y una de las fases es para enseñar un concepto de programación. Si el alumno supera la fase, es porque ha asimilado el concepto.


Si se educa con mandos, ¿qué hacemos con los libros?


¡No son incompatibles! Y se siguen utilizando mucho. Tampoco venimos a tirar todo abajo, pero sí para decir que hay nuevas herramientas. Y quien las quiera usar que las use.


¿Ya no hay que memorizar?


Lo de memorizar nunca estuvo bien. Yo soy de ciencias y nunca me gustó. Es mejor sentir las cosas haciéndolas, es un tipo de aprendizaje que se queda más.


¿Habrá en un futuro juegos de texto? ¿Juegos de repaso de vacaciones?


Podría estar bien. Hay editoriales que han empezado a sacar cedés con ejercicios interactivos. Nosotros vamos más allá, plantear ejercicios con videojuegos, con una historia, una mecánica...


En Zaragoza hay un barrio con nombres de videojuegos. ¿Lo veremos allí comprando un piso?


¡No lo descarto!