Loquillo & Sopeña, un encuentro sobre ruedas en Zaragoza.

El cantante y el compositor zaragozano ofrecieron una charla en el concesionario Augusta Aragón.

Las etapas creativas en la trayectoria de un artista se enriquecen con las colaboraciones, un aspecto que conocen Loquillo y el zaragozano Gabriel Sopeña, quienes ofrecieron el jueves una charla cargada de reflexiones en Augusta Aragón, concesionario oficial BMW Mini (avenida Alcalde Caballero, 112). El cantante y el compositor evidenciaron la complicidad que les une desde hace años en un encuentro que, bajo el título ‘Caminos de ida y vuelta: música y palabras’, congregó a decenas de aficionados de varias generaciones. El coloquio, moderado por el locutor Alberto Guardiola, contó con la presencia entre el público de José Lapuente, mánager del intérprete catalán, y de los responsables del espacio anfitrión: el propietario Roberto Machín y el gerente Ángel Mingote.


En la Zona Mini, presidida por el nuevo modelo cinco puertas, los seguidores aguardaban con expectación el comienzo del acto. Sara Martínez y su madre Cristina Vidal llegaron con hora y media de antelación para coger un buen asiento. Durante la espera, la joven conoció en persona a María Fernández, con la que tenía contacto en las redes sociales a través del club de fans Los creyentes.

Fernández descubrió a Loquillo gracias a su padre Pedro, también en la sala, una pasión familiar extensible al caso de Yolanda Martín y sus hijas, las mellizas Alicia e Irene, de 9 años y con ‘El rompeolas’ como tema favorito. La primera llevaba una pancarta en la que se leía la frase "Yo para ser feliz quiero una foto contigo", objetivo que consiguió cuando entraron los dos invitados, recibidos con un fuerte aplauso.


La conversación de Loquillo y Sopeña fluyó de forma natural por las vivencias compartidas y sus conceptos artísticos. El rockero, que entiende la música como un "ejercicio de actor", expuso que necesita amoldar su registro a la situación personal, de ahí que su carrera mire al teatro e incluya proyectos de poesía contemporánea. "Las canciones tienen vida propia", manifestó el barcelonés, hecho que explica que algunos temas tengan ahora más repercusión que en su momento.


Loquillo lamentó la popularización de la piratería en España y se mostró muy crítico con el estado de la cultura, consecuencia de la deficiente acción política y de los intentos de instrumentalización. Se sorprendió de que los nuevos partidos no hablen de cultura en sus discursos, síntoma de que no se trata de una prioridad. Para cambiar el contexto, defendió un pacto global. Por su parte, Sopeña apuntó que la cultura genera riqueza (económica y de valores), aunque en contraste la política en ese ámbito es "un disparate".


Los protagonistas avanzaron detalles de sus próximos trabajos y por ejemplo señalaron que Bunbury ha colaborado con Sopeña. El compositor confesó que en la habitación de hotel de Loquillo ya había escuchado las nuevas canciones de su amigo.