La viveza de la imaginación

‘Pixar. 25 años de animación’: el proceso creativo se exhibe en caixaforum.

Aspecto de la muestra de Caixafórum sobre el universo Pixar. Abajo, una rata de animación.
La viveza de la imaginación
José Miguel Marco

Al enfocarse al entretenimiento infantil, el cine de animación tenía por defecto una consideración menor vinculada a la etiqueta de producto "de dibujos", aspecto que por suerte se desterró cuando la tecnología digital redefinió el género.

Si antes los halagos se centraban en la magia de las historias clásicas de Walt Disney, ahora se reconoce la creatividad (visual y narrativa) de cada película, situación en la que Pixar ha desempeñado un papel fundamental. Los estudios, responsables de títulos que, protagonizados por personajes inolvidables, figuran en el imaginario colectivo, han contribuido a que el espectador adulto admita por fin que también disfruta con estas propuestas. Hasta el 5 de enero, el público familiar y los cinéfilos de Zaragoza tienen la oportunidad de aproximarse al imaginativo universo de Pixar a través de una exposición en el Caixafórum.


La metodología Lasseter


Los inseparables Jake y Sully, cuya última aparición en la gran pantalla fue en la ‘precuela’ ‘Monstruos University’, saludan a los visitantes en la planta baja de las instalaciones. Ya en el espacio dedicado a la muestra, abierta desde el pasado septiembre, el ciudadano puede leer en la entrada una frase de John Lasseter, ‘padre’ de Pixar, en la que se reivindica el papel del artista en la animación. Ese comentario revela la finalidad de la exposición: remarcar que, por encima del nivel técnico, la fuerza de un proyecto depende de la pasión de los profesionales implicados. Un objetivo añadido es mostrar el laborioso trabajo que conllevan las producciones, guiadas por los conceptos de personaje, historia y mundo que estructuran las obras de la compañía.


En el panel donde se resume la metodología de Lasseter se incluye una alusión a la lámpara Luxo, símbolo de los inicios de Pixar. A continuación, una cronología repasa las distintas fechas de estreno y los hitos de los estudios, entre los que destaca su compra por parte de Disney en 2006. En su parte central, ‘Pixar. 25 años de animación’ expone las fases del proceso de producción mediante el ejemplo del oso Lotso, antagonista de ‘Toy Story 3’. En este apartado se explican las fases por las que pasa cualquier largometraje: las ideas reflejadas en el guión conducen al diseño de personajes y a un complejo trabajo digital que incorpora las texturas, los movimientos, los sonidos y la luz que envuelven el resultado final.


De Nemo a Ratatouille


Unas figuras de resina con rostros icónicos presiden las zonas habilitadas para descubrir detalles de cada película. De ‘Buscando a Nemo’ a ‘Ratatouille’ (por citar solo dos ejemplos), el aficionado observa bocetos e ilustraciones que invitan a dejarse llevar por el terreno de la ficción y a recordar escenas de las historias.


El recorrido se complementa con ‘Artscape’, un estupendo audiovisual que explora el proceso artístico de Pixar desde una perspectiva diferente. Como si se tratara de un cómic animado, los aspectos conceptuales de los filmes se suceden ante un espectador fascinado por el viaje. El poder hipnótico también se manifiesta en la versión actualizada del zoótropo, aparato del siglo XIX que simulaba el movimiento y que demostraba los principios básicos de la animación en una etapa previa a la invención del cine. Unas estatuillas de los personajes de las dos primeras entregas de ‘Toy Story’ parecen cobrar vida en un juego que, basado en la velocidad y en la luz estroboscópica, engaña al ojo humano.


En los últimos años Pixar sufre un cierto estancamiento creativo, circunstancia evidenciada en la tendencia a desarrollar secuelas de sus éxitos y que se agrava por la fuerte competencia por ostentar la hegemonía del género. A la espera de que los estudios vuelvan a maravillar, esta muestra enfatiza su potencial. La exposición, organizada y producida por Pixar University and Archives en colaboración con la Obra Social ‘la Caixa’, se completa con un guiño a los cortometrajes realizados por Pixar en su nacimiento. La entrada, gratuita para los clientes de la entidad bancaria, cuesta cuatro euros.