Todos 'odiamos' a Mafalda

?La escritora y colaboradora de Heraldo Escolar Begoña Oro ha tenido acceso a la correspondencia privada de Mafalda que demuestra que no es tan querida como se creía.

Mafalda era una niña con sus cosas especiales, como todos los niños y niñas. Bueno, quizá un poco más especiales.


Hace más de cincuenta años, Quino, un humorista argentino, la hizo famosa al dibujar esas cosas suyas. Las tiras de Mafalda llegaron a un montón de países. Muchos argentinos, españoles, griegos, mexicanos, taiwaneses, franceses, brasileños, cubanos… crecieron leyendo sus pensamientos. De hecho, en muchos colegios e institutos se usaban, y se siguen usando, las tiras de Mafalda para hacer pensar.


estupenda y comprometida


Este año dieron un premio muy importante a Quino, el Príncipe de Asturias, y los periódicos se llenaron de reportajes sobre Mafalda donde todo el mundo decía cosas buenas de ella. Y que si qué estupenda, y qué comprometida, y qué maja…


Pero en Heraldo Escolar hemos descubierto la otra cara de Mafalda. Tras una intensa investigación, Heraldo Escolar ha tenido acceso a correspondencia privada de Mafalda que demuestra que no es tan querida como nos han hecho pensar.


A continuación reproducimos algunas de las cartas escritas por ‘haters’ de Mafalda...


...Está bien. Lo confesamos. Toda esta correspondencia es falsa, un vano intento de crear un villano a la altura de esta superheroína que tiene el superpoder de pensar y cuestionarse todo. Pero nos tenemos que rendir a la evidencia: es imposible no querer a Mafalda. Pero si hasta Susanita la quiere.


Grandes lecciones


Mafalda sueña con estudiar idiomas para trabajar de intérprete en las Naciones Unidas y hacer que los pueblos se entiendan mientras Susanita solo sueña con tener hijos porque la casa, el coche, la nevera, la lavadora y el televisor ya se lo dará su marido. "Más de una vez me he preguntado cómo, siendo tan distintas, podemos ser tan amigas", dice Mafalda a Susanita en una tira en la que acaban abrazándose.


Pero esa es una de las grandes lecciones de Mafalda y sus amigos: que todos somos diferentes pero todos podemos ser amigos.


Mafalda es también como otra amiga, una amiga preocupada por el mundo, ese "manicomio redondo", una amiga que habla con su globo terráqueo y lo acuesta en la cama, porque está enfermo, y se queda a su lado, cuidándolo.


Mafalda es una amiga a la queremos porque nos hace pensar –con lo cómodo que es a veces no pensar, no ver–, porque duda, porque la mayoría de sus tiras contienen interrogantes;  interrogantes o/y exclamaciones. Y así, pregunta a pregunta, tira a tira, no es que nos descubra el mundo; es que Mafalda nos enseña a descubrirlo con ella, como lo hace ella, con exclamaciones e interrogaciones, entre la incredulidad y el cuestionamiento, entre el asombro y la duda. Por incomodarnos… ¡¿gracias, Mafalda?!