El diácono de Épila asegura que los 60.000 € que recibió de Ureña fueron solo una "ayuda"

El joven rompe su silencio a través de un comunicado para contar que pidió "libre y voluntariamente" la pérdida del estado clerical.

El que fuera diácono de la diócesis de Zaragoza y que ejerció como tal en Épila, Daniel Peruga, habló ayer por primera vez sobre la polémica indemnización que recibió del arzobispado. A través de un comunicado, el joven dio su versión de unos hechos que han supuesto el cese del arzobispo Manuel Ureña, una denuncia contra él del párroco de Épila, Miguel Ángel Barco, por presuntas calumnias y una investigación de la curia para aclarar un supuesto acoso sexual.


Daniel Peruga explica en su escrito que el pasado 6 de noviembre solicitó "libre y voluntariamente" la pérdida del estado clerical que ostentaba y que, tras ello, el arzobispo Manuel Ureña le ofreció una ayuda económica para incorporarse a su vida seglar. "Sin que en ningún momento –añade Peruga– monseñor Ureña me haya impedido, limitado o condicionado el ejercicio de los derechos civiles, penales o laborales que pudiera ostentar y que solo a mí compete ejercitar".


Esta ayuda económica de 60.000 euros netos, en concepto de nómina de noviembre, fue la que llevó a la Santa Sede a retirar del cargo a Manuel Ureña, quien anunció públicamente su renuncia el 12 de noviembre ante los medios de comunicación alegando motivos de salud.


En su comunicado, el ya exdiácono, al que representa el letrado Enrique Trebolle, aprovecha para criticar la decisión que tomó el arzobispado de hacer públicos su nombre y apellidos cuando se pronunció oficialmente sobre el caso. "Quiero rechazar y reprobar expresamente –señala Peruga– la publicación de mi identidad que realizó el arzobispado, a través de su administrador diocesano, en una nota de prensa del pasado 27 de noviembre". Por esta razón, exige las "disculpas públicas" del mismo, al tiempo que se pone a su "disposición" para "contribuir a las investigaciones que dicho administrador (Manuel Almor) dice estar realizando".


El joven, de 27 años, también aprovecha para recordar que a lo largo de todo este tiempo no ha hecho –"ni por mí, ni por terceros por mí autorizados– declaración verbal o escrita alguna a ningún medio de comunicación sobre las noticias publicadas en relación a su persona.


"Entendiendo que algunas declaraciones realizadas o informaciones publicadas en distintos medios con gran difusión nacional pueden ser consideradas una intromisión ilegítima en mi honor, intimidad y derecho a mi propia imagen, me reservo las acciones civiles y/o penales que me pudieran corresponder para salvaguardar mi buen nombre, reputación y honorabilidad", reza el comunicado.


Por último, Peruga agradece los "numerosos apoyos recibidos, especialmente el de familiares y amigos cercanos" y lamenta "el daño tan grande que se les ha ocasionado". "Espero y confío en el buen hacer y decidir del Santo Padre, el Papa Francisco", concluye.


Por el momento y a pesar de que nunca ha hablado públicamente, el exdiácono tiene que afrontar una denuncia por un posible delito de injurias que interpuso el párroco de Épila, Miguel Ángel Barco, al que representa el letrado Javier Osés. Este tomó esta decisión al entender que indirectamente le estaba acusando de un acoso sexual, que negó y atribuyó a una venganza por haber informado negativamente en contra de la ordenación del joven, que estuvo dos años y medio en su parroquia.