La madre tenía en exclusiva la custodia de la menor desde que su padre falleció en Albania. Con escasos recursos, la trajo a España y al poco tiempo empezó a infringirle malos tratos de modo permanente, tanto físicos como psicológicos. Según el relato de la Fiscalía, la golpeaba con objetos como bolígrafos o reglas, le daba fuertes tirones o la hacía levantarse en plena noche para darle duchas de agua fría o muy caliente y en una ocasión casi le quemó las piernas. De estas agresiones no existen partes de lesiones porque la acusada nunca la llevó al médico.

La niña relató a las psicólogas distintos episodios de maltrato a los que le dieron total credibilidad, como no dejarle dormir haciéndole quedarse toda la noche de pie dentro de la habitación que compartía con ella. Las doctoras determinaron que la menor presentaba síntomas de inhibición emocional, hostilidad, autoconcepto negativo, tendencia de aislamiento e, incluso, deseos de muerte.

La Fiscalía solicitaba inicialmente tres años de prisión para V. Q. así como la inhabilitación para ejercer la patria potestad durante cinco años. No obstante, tras llegar a un acuerdo con la abogada defensora Laura Vela, del despacho de Carmen Sánchez, aceptó rebajarla a un año y nueve meses si reconocía los hechos.