La edición de un epistolario de Ramón y Cajal revela la pérdida de miles de cartas

La investigación de Juan Antonio Fernández Santarén ha llegado a la conclusión de que faltan alrededor de 12.000 misivas del Nobel aragonés, que fueron sustraídas del CSIC.

La publicación de un epistolario del Nobel aragonés Santiago Ramón y Cajal ha revelado algo bien distinto de lo que su autor, Juan Antonio Fernández Santarén, biólogo molecular, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, se planteaba al comenzar el proceso de recopilación de las cartas del científico. Según publicó ayer ‘El País’, Santarén apenas ha logrado rescatar 3.510 de ellas (entre las enviadas y las recibidas), pero estima que faltan otras 12.000. Poco o nada se sabe de su paredero actual, aunque sí hay algo de luz acerca de las circunstancias en las que las misivas se ‘distrajeron’.


Se da la paradoja de que, en el Instituto Cajal del CSIC, depositario oficial del epistolario, quedan únicamente 1.301 de las 15.000 misivas del neurocientífico que se estimaba que existían. De entre ellas, solo seis están datadas en 1906, año en que el aragonés recibió el Premio Nobel. Del resto, tras una investigación de cuatro años, Santarén ha descubierto que gran parte fueron sustraídas del CSIC en 1976 y vendidas a una librería de viejo en Madrid. Su propietario, Luis Bardón, a su vez, las ofreció a la Biblioteca Nacional, que las compró el 14 de diciembre de ese mismo año. Santarén cree que esto salvó a este fajo de cartas de ser expoliadas y de estropearse, aunque es llamativo que la institución no diera la voz de alarma sobre las extrañas circunstancias en que los archivos de Cajal llegaron a su poder.


Del resto (entre las que el estudioso sospecha que están las más valiosas, tanto histórica como económicamente), no se sabe nada.


El inventario de Santarén ha sacado a la luz algo más que la pérdida de las cartas, valioso archivo científico pero también personal de una de las figuras clave de la, por otro lado, exigua nómina de grandes científicos españoles. El biólogo sospecha que la situación del resto del legado del científico no es mucho mejor que la de sus cartas. Las placas fotográficas y los dibujos originales de Cajal han pasado décadas guardados en lugares cuando menos poco adecuados como cartones de galletas o cajas de Cinzano. Según Santarén, las placas están rotas y se han perdido fragmentos, y otros materiales tienen celo pegado en lugares inoportunos.