La leche que está de moda

Los aragoneses beben menos leche entera y, por el contrario, consumen más desnatada y de fibra.

Ante el creciente número de casos, la intolerancia a la lactosa genera una creciente demanda de información por parte de la sociedad.
La leche que está de moda
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Beber leche es el hábito más común que tiene el ser humano. Todos comenzamos tomando leche materna, sin embargo, con el tiempo cada vez son más los que se decantan por otros tipos menos convencionales. Prueba de ello, es el auge que tienen las enriquecidas con calcio, vitaminas o las que contienen fibra.


“Estas tendencias se deben fundamentalmente a una variación en el consumo, generalmente, buscando una mejora de la salud”, detalla Iva Marques, profesora titular de nutrición en la Universidad de Zaragoza. La mayor transformación se ha visto en el cambio de leche entera por la desnatada. En concreto, hace cinco años cada persona bebían una media de 30,66 litros al año de entera, mientras que en la actualidad es de casi 22. La semidesnatada también ha pedido adeptos, pero en mucha menor medida, puesto que solo se ha dejado de beber un litro al año por persona (de 18,7 a 17,65).


“Esta evolución se debe a las políticas de educación nutricional que durante años han recalcado que se tienen que tomar menos grasas saturadas, de este modo, la gente toma la decisión de cambiar la leche entera y semidesnatada por la desnatada”, explica Marques. Ejemplo de ello es el incremento que ha experimentado la desnatada, puesto que en 2008 los aragoneses tenían un consumo medio de 32,58 litros de este tipo de leche, mientras que en la actualidad casi llega a los 40.


La nutricionista valora como positiva esta decisión, puesto que la reducción de grasas es beneficiosa para el organismo, en concreto, para las enfermedades cardiovasculares. “No obstante, el problema radica en que muchos deciden abandonar la leche entera, pero continúan comiendo galletas de chocolate, bollería, etc., que son los alimentos que más grasas saturadas contienen”, señala. Prueba de ello, es que un vaso de leche entera tiene la misma cantidad de grasa satura que dos galletas de chocolate.


Pero no solo reducir grasas saturadas está de moda, en estos momentos, muchos son los aragoneses que se decantan por nuevas leches como las de soja, avena o con fibra. Además, señala que la publicidad y la propaganda también ayudan a crear estas “modas” porque destacan que con estos alimentos aparte de tener el componente alimenticio de la leche, te proporcionan un valor añadido. Por esto, mientras que en 2008 se tomaban 4.340 litros de leche con bífidus en Aragón, en la actualidad se llega a los 608.850. Sin embargo, recuerda que no hay que olvidar que las fuentes naturales de la fibra son los alimentos vegetales como las frutas y las hortalizas.


Otra de las leches que se encuentra en auge es la de soja. “Sí que es verdad que la proteína láctea es de mejor calidad que la de la soja, pero tomando determinadas dosis, se consigue igualar la cantidad necesaria de proteínas”, sostiene Marques. 


Lo que sí ha descendido es el consumo global de leche. De hecho, en los últimos cinco años se ha pasado de tomar 82,39 litros de media al año por cada aragonés a 78,85 que se bebieron el pasado año. “Parece ser que ahora la gente se decanta por otros alimentos sustitutivos como pueden ser los yougures o quesos”, asevera Marques.

Mayores posibilidades de mercado

Estas nuevas costumbres que se van afianzando con el paso de los años y han venido para quedarse. “Está claro que esta tendencia hacia lo saludable se va a mantener, e incluso, irá en aumento en los próximos años”, destaca Marques. Además, señala que esta mayor diversidad alimenticia es la causante de que se cambien los hábitos. “Antes se bebían los dos tipos de leche que había, ahora como hay una gran oferta la gente busca las que más se adapten a sus necesidades, bien por bienestar físico, por intolerancia a la lactosa o por cuestiones de gusto”, puntualiza.


Lo que está claro es que el consumo de estas nuevas leches: soja, bífidus, avena, etc. no está condicionado por la crisis económica. “Son más caras que las normales, entre las cuales, no hay diferencias de precio entre las enteras y las desnatadas, por lo tanto, en este caso, la gente no mira el bolsillo”, asevera.