"Que piensen que sus padres bebieron niveles más altos durante mucho tiempo"

Cristina Nerín, catedrática de química analítica de la universidad de zaragoza

A finales de los ochenta y principios de los noventa, la catedrática de Química Analítica de la Universidad de Zaragoza Cristina Nerín estudió los efectos del lindano en el agua y en los sedimentos del Gállego monitorizando hasta 110 kilómetros de este cauce. Casi un cuarto de siglo después, esta investigadora de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura y del I3A coincide en mandar un mensaje tranquilizador a la población afectada por el actual episodio de contaminación.


"Que piensen que sus padres bebieron agua con concentraciones más altas de lindano durante mucho tiempo –recuerda Nerín–. Por haber bebido durante un mes agua con unos niveles de, por ejemplo, 1 microgramo/litro ni van a tener un problema serio ni van a tener que acudir al hospital, así que pueden estar tranquilos". Eso sí, esta académica recalca que no vuelvan a consumir esa agua hasta que el problema no se resuelva.


"Que estén tranquilos pero que no sigan bebiendo, porque los compuestos organoclorados en general, y estos en particular, son bioacumulativos, es decir, se acumulan en los tejidos gruesos del cuerpo". Nerín explica que, cuanto más se ingieren, más se almacena, y por eso se fijan los límites legales. "Esos umbrales se establecen con datos de toxicología, y a medida que se van conociendo relaciones de causa-efecto se endurecen", recuerda esta catedrática, que subraya además que no se debe comer ningún pez del Gállego porque también acumula lindano y que descarta cualquier problema por bañarse o lavarse.