No es magia, es ciencia

La jornada que sorprendió y maravilló a toda clase de público se celebró con experimentos a pie de calle y actos lúdicos en las plazas de San Francisco y la de Los Sitios

Las demostraciones en vivo y en directo fueron lo más atrayente para el público.
No es magia, es ciencia
Maite Santoja

La ciencia salió ayer a la calle para instalarse durante una tarde en la plaza de San Francisco, enfrente de la Universidad, y en la plaza los Sitios en la carpa del Ternasco de Aragón, para celebrar la tercera edición de la Noche de los Investigadores. Bajo los stands se reunieron diversos institutos científicos y de investigación que congregaron a un gran número de curiosos, tanto niños como adultos, en cuyos rostros se podía ver la fascinación por igual, independientemente de la edad.


Robótica, gafas de realidad virtual, imanes, la química de los olores, nanotecnología, dendrología, y trucos de física y geometría fueron los responsables de despertar la curiosidad de un público ávido de saber. En la mesa del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea, los jóvenes científicos mostraban cómo la mera posición de un átomo puede alterar el olor de un mismo compuesto, y pasar de una esencia agradable a otra casi fétida. Desde el Instituto de Ciencia y Materiales de Aragón explicaron cómo los imanes pueden ayudar a que la medicina actue con mayor eficacia. Si los medicamentos se mezclan con minúsculos imanes microscópicos, estos se podrán atraer a las zonas enfermas del cuerpo con otro iman externo y así concentrar la carga farmacológica. Esta técnica puede suponer un gran avance para la quimioterapia a la hora de combatir cánceres y tumores, pero es necesario tener cuidado, ya que se trata de fármacos muy agresivos y pueden afectar a células sanas. La siguiente fase, ya en marcha, intentará investigar que los tejidos buenos no resulten dañados.


En el stand de la dendrología los científicos cuentan cómo se puede averiguar qué clima hubo hace, por ejemplo, 200 años. "Analizamos los anillos de los árboles al hacerles un corte trasversal, aunque para ello no necesitamos cortarlo  entero, sino extraer una pequeña muestra en forma de tubito", cuenta Edurne, una de las investigadoras que explicaba ayer que "por la anchura de los anillos podemos saber qué temperaturas hubo en otras épocas y cuánto llovió". Uno de los cortes trasversales que tenían sobre la mesa era de un árbol que cayó el año pasado en el campus universitario. "Debía de tener por lo menos 60 años, y en los últimos no debieron de regar mucho", añade.Jaque mate al aburrimiento

Las gafas de realidad virtual atrajeron sobre todo a los más pequeños, que siempre están en la vanguardia tecnológica, aunque una vez puestas sobre los ojos parecían desorientados y no sabían distinguir la derecha de la izquierda. Justo al lado de las gafas, casi como juguetes, los robots volvían a llamar la atención de los niños. Los había que cogían objetos y otros que se movían. Uno de estos últimos se guiaba por ultrasonidos, igual que los murciélagos, para no chocar contra ningún obstáculo que tuviera delante.


Justo al lado de las carpas, unas mesas rodearon a Elías Palacios, profesor de Física de la Universidad de Zaragoza, que retó a 13 jugadores a partidas de ajedrez simultáneas. Lo divertido era ver los resoplidos y los ceños fruncidos de los oponentes mientras se rascaban la cabeza después de cada movimiento.