Educación elige al 70% de los directores de colegio ante la falta de voluntarios

Las causas son los roces con las familias, el claustro, el horario y la falta de incentivos

Marisa Gomollón es directora del Gascón y Marín.
Marisa Gomollón es directora del Gascón y Marín.
Asier Alcorta

Hay cosas que ya no son lo que eran. Por ejemplo, llegar a director de colegio. El puesto que, a priori, debería ser motivo de reconocimiento social y profesional se ha convertido en una patata caliente para los miembros de los claustros. En el último proceso de selección de directores abierto por el departamento de Educación se anunciaron 120 vacantes que debían cubrirse para este curso. Sin embargo, solo se presentaron 35 candidaturas con sus correspondientes proyectos. Es decir, a día de hoy, siete de cada diez directores han sido puestos a dedo, forzosamente, por Educación. 


Además, dentro de esas 120, la mayoría (91) eran vacantes en colegios de infantil y primaria que debían renovar el cargo (algo que ocurre cada 4 años) o que abrían sus puertas. Solo hubo 23 solicitudes voluntarias, lo que arroja una ratio todavía más descorazonadora: el 75% fueron impuestos.


Los profesores apartan de sí este cáliz: alegan que el cargo carece del prestigio y del reconocimiento social y económico que el puesto merece. Pero, sobre todo, insisten en que tratar con las familias es cada vez más difícil porque la autoridad del docente está bajo mínimos. "Cuando alguien va al médico no se le ocurre cuestionar su diagnóstico o tratamiento. Pero muchos padres no solo cuestionan nuestra manera de formar, sino que nos quitan la razón sistemáticamente o nos denuncian por cualquier cosa. Y eso, además, lo transmiten a los hijos", añade un director que prefiere no identificarse.


Por el cargo cobran un plus de entre 300 y 500 euros: a más vías (clases), más dinero. Todos los consultados insisten en que no compensa si se tiene en cuenta que ellos no tienen horario fijo y trabajan muchas más horas que el resto. Deben, además, ocuparse de tareas como la organización del comedor, que es un trabajo titánico  si un centro tiene, por ejemplo, más de 400 alumnos, y vivir sabiendo que la responsabilidad si hay un problema sanitario no es de la concesionaria, sino suyo.  


Atienden los pagos, el papeleo, avisan a los gremios cuando hay averías, están al tanto del servicio de limpieza y del de conserjería y, cómo no, toman decisiones de gestión que no siempre gustan ni a sus colegas ni a las familias. Como el colegio, además, esté en obras o   surjan imprevistos, la experiencia puede ser muy estresante.


"Esto es casi una oficina más del servicio provincial. Estás en medio de todo, tomando decisiones y gestionando, intentando hacerlo como mejor puedes, pero te dan por todas partes", reconoce Leonor Bielsa. Ella fue elegida forzosamente en el colegio Miraflores (con 650 alumnos) y este es su cuarto y último año (o eso espera).  


"No es un puesto fácil y no compensa. Tienes mucha responsabilidad y debes asumir todo lo que ocurre, sea problema tuyo directamente o no", explica esta profesora que, seguramente, fue elegida a dedo porque ya había sido directora en un colegio de Teruel. En total, lleva 17 años en el cargo. 


Normalmente, cuando se abre el proceso, el candidato presenta un proyecto, en solitario, o con un equipo (con quienes luego serán jefe de estudios o secretario). Un inspector, representantes de las familias, del consejo escolar y otros docentes estudian la propuesta y analizan si cumple los requisitos. Computan la trayectoria profesional y los méritos académicos, además del proyecto. Con la entrada de la Lomce, la Administración tendrá más voto que hasta ahora y la ley prevé crear un cuerpo de directores profesionalizado. 


En caso de que no haya candidatos, el inspector habla con el director saliente y con el claustro. "Casi siempre intentan que alguien se presente voluntario, que incluso podría coger el puesto un profesor de otro centro que haya presentado un proyecto y ocupe el cargo mediante una comisión de servicios", añaden otros docentes.     Los recortes también afectan

La directora de un colegio que sí que presentó proyecto reconoce que es un oficio que aprender, y que tiene poco que ver con el ejercicio de su profesión. Además, la política de recortes y ajustes "no ha ayudado". "Faltan profesores y los padres se quejan, además hay que gastar poco y no da para nada", añade. Este año también se han dictado instrucciones de contención del gasto: no hay fotocopias en color, no se compra prensa y se suprimen los envíos urgentes. 


Javier García Lisbona, de CSI-F, insiste en que es una situación "preocupante", que se repite todos los años e incluso "va empeorando". "Los datos no son de extrañar, ya que las direcciones de los centros soportan cada vez más exigencias, atribuciones y responsabilidades. Y la DGA –añade– no toma medidas para solucionarlo".