El mejor amigo del hombre... y sus pies y sus manos

El centro Canem trabaja, desde hace diez años, adiestrando a perros para que sean capaces de ayudar a un amplio abanico de personas.

A través de una tablet, los pequeños se comunican con el perro.
El mejor amigo del hombre... y sus pies y sus manos
Canem

Zara, Sugar o Nana no solo son animales de compañía, sino que también son los pies, las manos y incluso la voz de sus dueños.  Estos perros han sido entrenados para llegar hasta donde no llegan sus amos y dotar a sus vidas de la mayor autonomía y calidad posibles. 


Es la labor que llevan a cabo desde hace diez años en el centro zaragozano Canem Asistencia, Terapia y Educación. Aquí, adiestran a los canes desde los primeros meses de vida para que asistan o formen parte de la terapia de personas con trastornos que van desde la diabetes al autismo. 


Francisco Martín, director del centro, asegura que "los perros son capaces de hacer cosas sorprendentes y de proporcionar autonomía y seguridad en la vida de las personas con trastornos". 

Un ladrido de aviso


El centro, pionero en el territorio aragonés y uno de los pocos que realizan esta labor a nivel profesional en España, está especializado en el adiestramiento de perros de alerta médica para personas con diabetes. Son capaces de detectar a través del olfato una hipo o hiperglucemia 20 minutos antes de que se produzca. "Cuando el perro lo detecta ladra tantas veces como sea necesario para que los dueños se despierten. Es un gran avance, sobre todo cuando los niños sufren estas variaciones por la noche", explica el Martín.


Hasta ahora, trece familias de lugares como Madrid, Barcelona, Teruel y Zaragoza han optado por esta terapia alternativa especializada en diabéticos. Sin embargo, desde este centro se prepara a los animales para que sean capaces de resolver otras situaciones a las que sus dueños no pueden hacer frente.

Desde abrir cajones a pasar el teléfono


Bajo la denominación de perros de asistencia, estos animales son capaces de avisar a los usuarios que sufren de algún tipo de discapacidad auditiva cuando detectan el sonido del timbre, el teléfono o el llanto de un bebé. Además, les acompañan al lugar donde han detectado el sonido. A las personas con movilidad reducida, por otro lado, les ayudan a coger cosas del suelo, encender y apagar las luces, cerrar y abrir las puertas e incluso a que se desvistan.  


"Hay que tener en cuenta que cada paciente tiene unas necesidades diferentes y por lo tanto el trabajo es muy personal e individualizado porque hay que conseguir que el perro pueda cubrir esas necesidades particulares", asegura el responsable del centro. 


Además de los anteriores, el centro también trabaja con personas con trastornos del espectro autista. De esa forma, "el niño o la niña se comunica con el animal a través de una tablet que se coloca sobre el perro y que sirve de sistema de conexión. Favorece la interacción con el resto de personas, el paseo y el descanso nocturno", comenta el presidente de Canem.  


Alrededor de 30 perros de asistencia se han incorporado a sus nuevas familias desde que se abrió el centro y, según los responsables, están maravillados con esta terapia. "Los pacientes tienen menos miedo a quedarse solos en casa porque saben que el perro va a responder si les ocurre algo. Se sienten más seguros y eso repercute en su estado anímico", concluye Martín. 


Adiestrar a uno de estos canes requiere un año de trabajo y un seguimiento de por vida para que el animal no pierda las facultades. Aún así, desde este centro trabajan en otros proyectos con personas con Alzheimer, con daños cerebrales, con discapacidad intelectual, con necesidades de educación especial, con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), personas en exclusión social o con Parkinson.