“Soy la mayor de todas, pero no mando nada”

Carmen y Filomena nacieron antes de la Primera Guerra Mundial, y hoy son las 'abuelas' de sus residencias.

Filomena no pierde el humor a sus 104 años de edad
“Soy la mayor de todas, pero no mando nada”
I.M.

Ambas vinieron al mundo bajo el reinado de Alfonso XIII y acaban de estrenar el de su bisnieto, aunque ninguna de las dos sabe el nombre del nuevo monarca. Son Carmen y Filomena, dos mujeres aragonesas centenarias de los casi 500 residentes en Aragón nacidos antes de 1914 (son mayoría: 376 mujeres, frente a 119 hombres).


Filomena nació el 29 de marzo de 1910 “debajo de un puente de Teruel, no en el hospital”, y de bien joven se puso a trabajar en unos laboratorios médicos “haciendo inyecciones, polvos y cosas”. A su marido Andrés “lo mataron en la guerra, en Huesca” y aunque se apellidaba Franco “no tenía nada que ver con el otro”.


Poco después, “aún jovencita”, se trasladó a Zaragoza acompañando a su padre, que era albañil. “Éramos cinco hermanos, yo la mayor y todo lo demás chicos”, explica sentada en una silla de ruedas de la residencia Valles Altos II de Rey Ardid, en la capital aragonesa, donde dice que le cuidan “muy bien”.


En total, en Aragón hay algo más de 13.000 personas mayores que viven en residencias para la tercera edad. En concreto 13.312, lo que significa el 0,99% de la población total, porcentaje superior a la media española del 0,58%.


Filomena mantiene la cabeza en su sitio, y más allá de una gafas y una sordera 'selectiva' presenta un gran aspecto. El truco: no perder el buen humor. “De siempre he sido delgaducha y espabilada”, reconoce, y cuenta cómo le gustaba bailar “el chotis y los tangos” y disfrazarse en la residencia con sus compañeros para Navidad y Carnaval.


“Soy la mayor de todas, pero no mando nada: me dicen a comer, y voy a comer; me dicen a la cama, y voy a la cama”, dice con ironía y una mueca alegre en el rostro.


Un gesto que tampoco ha perdido en este siglo de vida Carmen, que se aloja en otra residencia de la capital, al otro lado del río. Nacida el 26 de agosto de 1912 en Bádenas (Teruel), asegura que no ha parado de trabajar nunca. “He hecho de todo, he trabajado el campo, de criada, coser...”, explica no sin dificultades.


Su sordera es más intensa y las palabras se le atascan en la lengua, de tantas cosas que tiene para contar. Pero lo que más le emociona es pensar en sus cuatro hijos “dos chicos y dos chicas” y en sus muchos nietos, aunque no recuerda cuántos tiene.


Carmen cumplirá 102 años este verano, aunque para ella con 100 ya era suficiente. Aquel día la residencia le brindó una fiesta con tarta, postales hechas por sus compañeras, globos y fotos. No era para menos. No todos los días se cumple un siglo de vida.