Decenas de temporeros malviven hacinados en pisos y garajes de Ricla

El exceso de mano de obra ocupa cuevas y casetas agrícolas.Subarriendan literas a compatriotas por un mínimo de 40 euros al mes.Los problemas de infravivienda son "residuales", aunque se repiten cada año

Carolina se apoya en la puerta del garaje que subarrienda a compatriotas. En el interior hay 12 camas.
Carolina se apoya en la puerta del garaje que subarrienda a compatriotas. En el interior hay 12 camas

La puerta de un garaje entreabierta deja ver literas y camas en donde duermen hasta una docena de personas en Ricla. El resto de este reducido espacio lo llenan una ducha, una placa vitrocerámica y una nevera. Es una de las cocheras de una urbanización de doce adosados y algunos pisos en los que apenas hay un par de propietarios. La crisis del ladrillo los dejó sin dueño, pero las casas han sido ocupadas por gente de origen rumano que, durante la campaña agrícola, subarrienda camas a compatriotas suyos por precios que están entre los 40 y los 100 euros al mes.


La recogida de cereza primero y otras frutas después atrae cada año a Ricla y otros municipios de la comarca de Valdejalón a cientos de personas de origen extranjero. Según datos facilitados por el sindicato UGT, en esta campaña se estima que desde mayo y hasta octubre haya unos 15.000 temporeros en Aragón.


Los agentes sociales aseguran que los problemas de infraviviendas son cada vez más "residuales", ya que las principales fincas trabajan con contingentes y ofrecen alojamiento a sus empleados. Sin embargo, el exceso de mano de obra y la falta de empleos hace que mucha gente espere una oportunidad de trabajo mientras malvive en casetas agrícolas, bodegas-cueva o incluso durmiendo en la calle.


Carolina es rumana y vive desde hace 14 años en Ricla. Asegura que reside junto a su familia de cuatro miembros en una vivienda por la que paga 350 euros al mes. En su garaje, hay doce colchones en los que ella explica que viven tres sobrinos que han llegado solo para la cereza. Todas las literas tienen ropa de cama y hay numerosos utensilios de cocina sobre una pequeña encimera. Durante la conversación con ella, Carolina reconoce que subarrienda cada una de las literas por 40 euros al mes, algo que, dice, sabe el propietario de la vivienda. El resto de casas de esta urbanización construida en 2005 están ocupadas. Los contadores de la luz han sido arrancados y los cables conectados a la red eléctrica de la calle cuelgan de la fachada entre unas ventanas y otras. 


Por la mañana, apenas hay movimiento en la calle, salvo el de quienes esperan un trabajo. Es por la tarde cuando esta zona se llena de gente. Los vecinos aseguran que el número de temporeros que residen allí es "incontable" y que supera con creces el centenar de personas que viven, según detallan, en condiciones "deplorables".Siete detenidos en Valdejalón

La Guardia Civil detuvo la semana pasada a siete personas por un delito contra los derechos de los trabajadores entre Ricla y Lumpiaque. Los arrestados ofrecían trabajos que las víctimas nunca llegaron a obtener a cambio de dinero. Los agentes comprobaron que hasta setenta personas vivían hacinadas en una única casa, justo en esta urbanización de las afueras de Ricla, una zona que iba a convertirse en residencial, pero que se ha quedado con esqueletos de hormigón sin terminar.


No es el único lugar donde malvive gente. En la comarca hay otros municipios en los que los temporeros ocupan casetas agrícolas, cuevas o incluso duermen al aire libre. La mayoría de ellos no encuentran trabajo.


Como cada campaña, los servicios de duchas y lavanderías que gestiona la comarca están en marcha, así como los vales de comida que reparten. Aunque en los últimos años los sindicatos insisten en que la necesidad de mano de obra está prácticamente cubierta con trabajadores que repiten, hay quienes siguen llegando en busca de una oportunidad.