'Squisito' potro rumbo a Italia

En lo que va de año, han pasado por la plataforma 2.155 potros, más que en todo 2011.

Hace un año, la carne de caballo se enfrentó a una crisis alimentaria sin par en Europa cuando hubo una retirada masiva de productos, como pasta rellena o hamburguesas, en los que se había usado equino sin recogerlo en el etiquetado. Aragón se libró de la quema y, lejos de acusar la resaca causada por las dudas (más que razonables en Europa del este) ha redoblado su trabajo en este sector.


Con el mes de abril aún por cerrar, el fenómeno suma y sigue: en marzo han pasado por las instalaciones de Mercazaragoza 675 ejemplares (fueron 277 un año antes) y, hasta el pasado jueves, abril sumó 603 (291 hasta el 30 de abril de 2013). En total, solo en lo que va de año se han sacrificado aquí 2.155 ejemplares, una cifra superior a la de todo 2011 (fueron 2.000 cabezas).


Mercazaragoza asegura no tener explicaciones sobre el fenómeno. Sus especialistas, junto a los veterinarios oficiales de la DGA, comprueban que la carne cumple con todos los estándares sanitarios, pero no investigan sobre las razones de los compradores para adquirirla, ni sobre la de los ganaderos cuando acuden a ellos. Su trabajo se rige por la ley de la oferta y la demanda. «Son nuestros clientes los que crían o adquieren los animales, no nosotros, y son los clientes quienes les dan salida. Dónde compran o dónde venden es información comercial de ellos», explican fuentes oficiales de la plataforma.


No obstante, en el sector no hay secretos. Los empresarios italianos se han hecho fuertes en España, y Mercazaragoza se afianza como punto de suministro. La carne de potro es muy apreciada en Italia donde, sin embargo, no existe suficiente cabaña ganadera. Algunos criadores españoles explican, entonces, de dónde parte todo. «Los italianos han desembarcado en España, hay uno muy potente que se surte en Zaragoza y se lleva cientos de cabezas ya sacrificadas, porque le resultaría mucho más caro y complicado –entre otras cosas por la Ley de Bienestar Animal– llevárselos vivos», explica un habitual de ‘merca’ que prefiere no identificarse. «Hay un empresario que trabaja sobre todo con suministradores que acuden a Zaragoza desde muchos puntos, como Navarra, Asturias o Salamanca», añade. «Si antes se mataban 90 al mes, ahora son muchos más de 90 a la semana», concreta, dentro de un dato que coincide con las estadísticas.


Mercazaragoza sí que insiste en que no es, «ni de lejos», un centro neurálgico de sacrificio de equino, ya que la ternera o el ovino superan con mucho las cifras de ganadería caballar. No obstante, coinciden en que casi el 100% del equino sacrificado sale con destino a Europa: sobre todo, a Italia.

A la cabeza del país

Las estadísticas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Medio Ambiente revelan además que, si bien la plataforma logística del Valle del Ebro no tiene los datos más abultados del territorio nacional, sí que es la que más aumenta su negocio en el sector. Según los últimos datos actualizados de los que disponen, los mataderos aragoneses sacrificaron en enero 487 ejemplares (un 12,5% más que en el mismo periodo de 2013) y son de los pocos que mejoran sus cifras. Solo los superan los catalanes (556 cabezas que, por cierto, son un 10% menos que en enero del año anterior); Castilla y León (que con 680 también pierde un 10% de sacrificios), Comunidad Valenciana (567 frente a 692 de doce meses antes) y Navarra (868) que mantiene igual su volumen de trabajo. En breve deben publicarse las estadísticas de febrero y marzo que prometen ser más generosas en lo que a Aragón se refiere.


Muchos de estos animales han sido criados específicamente para aprovechar su carne, con métodos 100% naturales. Otros, sin embargo, y aunque son aptos para el consumo, han llegado a los mataderos de la mano de la crisis. Mantener un caballo en estos tiempos supone una sangría económica. Si, además, enferma, todo se complica: una artroscopia o una operación sencilla pueden suponer entre 3.000 y 5.000 euros, sin contar rehabilitación y recaídas posteriores. Y los propietarios, con gran dolor en muchos casos, han tenido que prescindir de ellos.


Esto se ve también en el Hospital Veterinario de la Universidad, donde aseguran que ya prácticamente no tratan potros, porque no hay, y tampoco acuden a ellos en busca ciertas intervenciones que resultan caras, pero que se hacían con regularidad antes de la crisis.