Narciso Zuera: "Me tocó hacer la mili en Marruecos durante dos años y medio"

A sus 89 años Narciso ha hecho casi de todo, desde recoger olivas a fabricar botas de vino, pescatero, albañil e, incluso, soldado.

Narciso Zuera, Belchite
Narciso Zuera, Belchite

Narciso Zuera (Belchite, 1925)  nació hace 89 años en el zaragozano pueblo de Belchite. El municipio, que por aquel entonces contaba con unos 7.000 habitantes, a día de hoy apenas alberga un millar de vecinos. Con tan solo 11 años iba casi a diario a las trincheras a coger la ropa sucia de los soldados para que la lavara su madre. "Con eso ganaba una peseta, no había otro jornal", explica.


A Narciso, el éxodo rural le pilló con 14 años. "Nos mudamos a Zaragoza, donde trabajé de botero, de aprendiz de pescatero y como albañil", labor a la que se dedicaría hasta su jubilación. "Trabajábamos a destaco por 6 pesetas", recuerda. Narciso afirma que adora el fútbol. "Estuve abonado al Real Zaragoza muchos años en la zona de pie, porque era más barato", recuerda. "Mi mujer venía a buscarme cinco minutos antes de que finalizara el partido cuando se abrían las puertas del estadio".


Pero no fue trabajo lo único que halló en la capital aragonesa ya que fue ahí donde conoció a la mujer de su vida en el barrio de la Jota. "Irene vivía en la Avenida Cataluña y yo pasaba todos los días con la bici para ver si la encontraba". Con ella tendría dos hijas, Marimar y Elena. Sobre un altillo del salón, Narciso muestra orgulloso la placa conmemorativa de sus bodas de oro, otorgada por el centro de mayores de Las Fuentes en diciembre de 2005. "Siempre la he querido mucho, para mi era algo para toda la vida, aunque creo que yo la he querido más que ella a mí", asegura entre risas.


Otro de los episodios más emocionantes de su vida fue su estancia en Tetuan, al norte de África. "Me tocó hacer la mili en Marruecos durante dos años y medio", afirma. Narciso tenía 21 años, y todavía recuerda con claridad el trayecto hasta Valencia donde cogerían un barco con destino a Ceuta. "Fue un viaje muy largo, una vez allí nos dieron los uniformes y nos cortaron el pelo, estábamos irreconocibles", explica. "Ahora la vida no tiene nada que ver con lo de antes", concluye el zaragozano.