Alicia Berrué: "A mi marido lo conquisté en las fiestas de La Puebla de Alfindén"

Alicia acudía con su hermano a las celebraciones de los pueblos de la zona, hasta que en unas encontró el amor.

Alicia Berrué
Alicia Berrué: "A mi marido lo conquisté en las fiestas de La Puebla"

Si ahora las fiestas de los pueblos se esperan con ganas, hace 70 años se tenían incluso más. Los bailes eran uno de los pocos lugares en los que chicos y chicas podían estar juntos, conocerse e incluso enamorarse. Este fue el caso de Alicia (Paniza, 1922), que conoció a su marido en las fiestas del pueblo de él, La Puebla de Alfindén. "A mi marido lo conquisté en las fiestas de su pueblo", asegura con una sonrisa. "Un hermano de mi prima Puri estuvo en la 'mili' con uno de su pueblo y fuimos para las fiestas". Francisco, que así se llamaba su marido, era de su grupo de amigos y la sacó a bailar. Ahí empezó su historia.


No fue su primer pretendiente, pero sí el definitivo. Antes la habían rondado, por ejemplo, los amigos de su hermano, que procedían de Encinacorba. "Eran muy majos, venían a casa para fiestas y a veces, cuando nos despertábamos, los encontrábamos durmiendo en el piso de abajo". Ellos siempre llegaban a casa más tarde del baile que ella y sus amigas. "No sé hasta qué hora duraba, porque mi hermano nos hacía volver pronto", recuerda con un mohín.


Claro que ese mismo hermano era el que le llevaba a las fiestas de los demás pueblos. "Íbamos a Encinacorba, porque además teníamos familia. Allí hacían un dance, con un bailarín que hacía de ángel y otro de demonio", explica. Lo que más le gustaba de las fiestas de Paniza eran las vaquillas y el baile. "Cerraban la plaza del Paradero con carros y ahí se celebraban las vaquillas. Algunas veces los mozos se tiraban a dos pilones que había ahí para que no los pillasen". Si las 'vacas' las veía desde la barrera, en el baile sí que participaba. "Tocaban pasodobles, pero lo que más me gustaba era bailar el vals".


Ya casada, vivió en Huesca, aunque durante los últimos 60 años ha residido en Zaragoza. Aquí también disfrutaba de las fiestas del Pilar, aunque cambió los bailes por los cabezudos con sus dos hijos y las vaquillas por las ferias, que por entonces se colocaban junto a La Romareda.


Con 91 años, viuda desde hace casi 14, todavía disfruta con los festejos, aunque ahora sea desde casa, por la tele o mirando desde la ventana de la casa de su hija (donde vive desde hace más de un lustro) cómo pasan las peñas y sus charangas.