Aquí otra tonta

Después de tres años de autobuses de ida y vuelta, Zaragoza allá vamos. Delicias era el destino y eso es lo que pensaba encontrar allí. De la decisión lo único que estaba claro es que era por un chico y que eso solo lo sabíamos él, yo y todo el mundo que leía entre líneas mis excusas. Último día de junio y aquella noche no recibí llamada.


Había estado allí cientos de veces, había querido vivir allí durante años y estaba segura de que todo no solo sería diferente sino mejor. No estaba sola, era rayana de Aragón y mis amigos andarían por allí. Aquel día nadie fue a recibirme a la estación.


Llegué en el verano que decían no lo sería y en ese clima de ficción se encerraba un enredado de mentiras. Lo que pasó después da igual, solo que me caí con todo el equipo, que diría mi madre. Esta es otra historia de una pretendiente a afluente del Ebro, un breve testimonio de por qué con 22 años he cambiado de ciudad, otra de que quien no arriesga no gana y otra para aprender de perder.



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