El último

El último fue “Museo de la soledad”. Ayer lo hojeé. Fue el último libro. Cuando el pasado invierno mi padre cayó enfermo, cada tarde me ponía el abrigo, los guantes y el gorro, cerraba la floristería donde trabajo y bajaba por el paseo de la Independencia hacia la plaza del Portillo donde él vivía.


Recuerdo que aquellos días hacía frío, mucho frío. Y que yo caminaba despacio, muy despacio. Caminaba castigado por el cierzo, por la lluvia, por la niebla. Castigado.

Al llegar iba a mi antigua habitación, hacía años que me había independizado, y elegía uno de los libros que atesoré en la juventud. Lo releía por la noche mientras velaba a mi padre y, a la mañana siguiente, me lo llevaba conmigo.


Cada noche y cada mañana me preguntaba si el destino permitiría que, uno a uno, me llevara todos los libros o si por el contrario mis noches allí se acabarían antes que mi biblioteca. Ayer hojeé "Museo de la soledad”, fue el último libro en venir.