Uno de cuatro municipios de Aragón tiene comprometida su supervivencia

La DGA constata que hay 173 localidades de «problemática viabilidad» por la falta de servicios y equipamientos, la despoblación y las malas comunicaciones con otros pueblos.

Dos vecinas compran el pan al vendedor ambulante que acude cuatro veces por semana a Sisamón
Dos vecinas compran el pan al vendedor ambulante que acude cuatro veces por semana a Sisamón

Tienen menos de cien habitantes, que carecen de equipamientos educativos, sanitarios o comerciales, y para acceder a los servicios básicos deben recorrer decenas de kilómetros por carreteras que a menudo están en pésimas condiciones.


Son los denominadores comunes de los 173 municipios de Aragón que, según la DGA, son "de problemática viabilidad". Más de un tercio se concentran y buena parte de ellos lo hacen en las comarcas de Jiloca, Campo de Daroca y Comunidad de Teruel.


Según la evaluación de la potencialidad de los municipios realizada en el marco de los trabajos previos a la Estrategia de Ordenación del Territorio Aragonés 2014-2025 -los datos de referencia corresponden a 2013-, la provincia turolense es la que aglutina un mayor número de pueblos en peligro, con casi 80, mientras que Zaragoza supera los 60 y una treintena pertenecen a Huesca.


Por comarcas, la del Jiloca es la más perjudicada, ya que una veintena de sus 40 ayuntamientos aparecen en la lista de los más desfavorecidos. Y de ellos, el que obtiene mejor puntuación, Bea, se queda en el puesto 37 de los 173. La presidenta comarcal, Silvia Lario, constata que la problemática del medio rural es especialmente acusada en esta zona, con una situación "preocupante". "Estamos peleando para revertir esta tendencia de despoblación y se apoya cualquier alternativa que pueda salir, pero es muy complicado en estos momentos que la iniciativa privada dé el paso", reconoce. Aun así, Lario explica que se están estudiando propuestas relacionadas con la biomasa porque "hay mucho monte al que se podría sacar partido".


En estos pueblos también los había que trabajaban en empresas o en los mataderos de Calamocha y Monreal del Campo. Entre los dos daban empleo a unas 300 familias, pero cerraron por la crisis. "Nuestra comarca es de las que más ha sufrido el paro", afirma, aunque destaca los apoyos a sectores como el azafrán o el jamón. El parón de actividad ha hecho que algunos se hayan marchado y no lleguen nuevos pobladores. "Los pueblos han intentado que venga gente sacando a concurso la gestión del bar, por ejemplo, para mantener la escuela, pero no acaba de funcionar", lamenta.


Por ello, los escasos niños que corren por las calles de estos núcleos tienen que coger cada día el autobús para ir a clase, como los chavales que acuden al IES de Calamocha. "Algunos tienen 45 minutos de trayecto en coche, pero en la ruta escolar es más tiempo", comenta la presidenta comarcal, que no se cansa de pedir "un arreglo urgente de las carreteras".

Dar servicios sale más caro

 

El médico acude periódicamente a todos los pueblos y el servicio social de base de la Comarca también llega a cada rincón, e incluso hay grupos de gerontogimnasia con solo cuatro personas, detalla Silvia Lario, que recuerda que el panorama cambia en verano, cuando muchos vuelven al pueblo. Eso sí, ello obliga "a incrementar los servicios y prestarlos aquí cuesta mucho más", advierte.


Sin salir de la provincia bajoaragonesa, la Comunidad de Teruel aporta otros 19 de sus 46 municipios al ranquin, pese a ser la comarca donde se asienta la capital. Y le siguen de cerca las Cuencas Mineras, donde 16 de sus 30 ayuntamientos tampoco se libran de aparecer en la lista de los pueblos donde más difícil lo tienen sus vecinos para cubrir sus necesidades básicas. La Sierra de Albarracín tiene otras 10 poblaciones en esta situación, que también afecta a 4 entidades locales del Maestrazgo y a 3 de Gúdar-Javalambre.


Mientras, en la provincia de Zaragoza, pese a contar con la capital aragonesa, muchas poblaciones de las comarcas más alejadas no lo tienen fácil para acudir a urgencias o hacer la compra. Campo de Daroca se lleva la palma, ya que 19 de sus 35 municipios tienen graves problemas de viabilidad. Y la Comunidad de Calatayud también despunta con 18 localidades, que quedan en puestos bajos de la tabla pese a que la cabecera comarcal es la cuarta mayor de Aragón. En las Cinco Villas hay 9 municipios en similares circunstancias.


Algo más positiva es la radiografía de Huesca, aun teniendo en cuenta la complicada orografía y la dispersión de la población. El peor situado en la tabla (en el puesto 154) es Palo, el ayuntamiento con menos habitantes de la provincia, 23 censados. Se encuentra en Sobrarbe, donde hay tres municipios más en una complicada situación, y otros cuatro pertenecen a Monegros. Pero la comarca altoaragonesa más afectada es Ribagorza, que aporta ocho nombres a la lista. Y aún hay otra que supera a la sobrarbense, la de Somontano, con seis municipios a los que ni la mayor cercanía a poblaciones más importantes parece beneficiarles. En el resto del Pirineo, solo dos municipios del Alto Gállego aparecen en la clasificación, mientras que Jacetania tiene cinco de su zona más occidental.


En todo caso, se trata de un ranquin provisional, ya que el proyecto de la Estrategia de Ordenación Territorial de Aragón está en exposición pública hasta mayo y también se someterá a un proceso de participación ciudadana. Según explicó el consejero de Política Territorial e Interior, Antonio Suárez, antes del verano se remitirá a las Cortes para su debate parlamentario, y con todas las aportaciones que se realicen durante la tramitación se fijarán los criterios definitivos a tener en cuenta. En principio, se han considerado la actividad económica, el alojamiento, los equipamientos y servicios, la accesibilidad y el escenario vital. El índice de desarrollo territorial de cada municipio –que se revisará en 2018– marcará las prioridades para reducir la brecha y determinará el dinero que recibirán del fondo de cohesión único que se va a crear.

"El médico ya solo viene si lo pides el día anterior"


Los 35 vecinos que quedan en Sisamón, que ocupa la cuarta plaza por la cola (170 de 173) en la clasificación elaborada por la DGA, ven cómo poco a poco van perdiendo los pocos servicios que les quedan. El caso más reciente es el del médico. Según explica el alcalde de este municipio de la Comunidad de Calatayud, José María Hernández, antes acudía tres veces por semana, aunque la frecuencia se redujo a dos semanales hace un año. Pero hace unas semanas, el aviso de un nuevo cambio cayó como un jarro de agua fría. "Nos dijeron que desde abril, había que llamar la víspera, antes de las 15.00, para solicitar una consulta", señala el edil.


Ello supone que si el lunes o el miércoles por la mañana ningún vecino pide visita, el médico no acude el martes ni el jueves, como hacía hasta ahora, lo que impide a los pacientes ser atendidos en su pueblo si a última hora sufren algún problema de salud o les falta una receta. En estos casos, no les queda otra que desplazarse hasta su centro de referencia, en Ariza, que se encuentra a 18 kilómetros por una carretera "con muchas curvas y con hielo en invierno", describe Hernández, quien resalta la dificultad que supone para algunos de sus convecinos llamar al consultorio: "Son mayores y se equivocan con los números, no oyen bien...". El argumento que les dieron es que ha habido jubilaciones de facultativos que no se han cubierto y hay menos personal para atenderlos.


En la misma situación han quedado varias pequeñas localidades del entorno de Sisamón, en los límites provinciales con Soria y Guadalajara. También dependen del centro de Ariza los vecinos de Balconchán, Cabolafuente, Torrehermosa, Bordalba o Pozuel de Ariza, todas incluidas, como Sisamón, en la lista de municipios que el Gobierno de Aragón considera "de problemática viabilidad".


Los alcaldes afectados se reunieron hace unos días para analizar el problema. "Nos dejan desamparados. No sé dónde vamos a llegar con los recortes, siempre los pagamos sobre todo los más pequeños", lamenta Hernández.


El local social de Sisamón, que abre por las tardes, es el único foco de actividad, ya que la tienda cerró por jubilación. No obstante, el panadero acude cuatro veces por semana y también hay reparto de fruta, verdura o pescado. La farmacéutica acude un día, y para las urgencias y las compras más grandes, acuden a la farmacia y los comercios de Ariza o de Calatayud. La mayoría de los vecinos –los más jóvenes rondan los 40 años– disponen de coche y se ocupan igualmente de hacer los recados a los que no pueden desplazarse.


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