Un aliado para la recuperación «olvidado» por los poderes públicos

El sector ha demostrado tener cualidades para liderar la vuelta al crecimiento, pero echa de menos políticas y recursos públicos que las reconozcan

Sector de la agricultura y la ganadería
Sector de la agricultura y la ganadería

Aun con su propia crisis a cuestas, el sector agrario, y con él la industria que transforma sus producciones, ha tenido suficiente cintura para ir sorteando una crisis que ha impactado de lleno en el bolsillo del consumidor. Lo dicen sus cifras. La producción final agraria (agrícola y ganadera) en Aragón alcanzó el pasado año un valor de 3.793,2 millones de euros, lo que permitió que la renta de los productores de la comunidad se anotara un incremento del 18% respecto al año anterior. Los buenos resultados acompañaron también a la industria alimentaria de la comunidad, al menos en su aventura exportadora donde logró sumar 708 millones de euros y conquistar los mercados asiáticos y africanos.


Son quizá estas cifras las que explican que el sector agroalimentario se haya convertido en la gran esperanza blanca del Gobierno para liderar la recuperación económica. Pero no es oro todo lo que reluce. Lo advierten los representantes de las organizaciones agrarias UAGA y Asaja Aragón, José Manuel Penella y Fernando Luna, respectivamente. Y de ello alertan también Fernando Marcén, desde la presidencia de Cooperativas Agroalimentarias de España y Aragón, y José Ignacio Domingo, director gerente de la Asociación de Industrias de la Alimentación de Aragón (AIAA).


"Somos un sector endurecido y los avatares a los que hemos tenido que enfrentarnos nos han enseñado a adaptarnos a las necesidades de la población", destaca Penella, que insiste, sin embargo, en que las políticas agrarias, especialmente la comunitaria y sus continuas y, en ocasiones, desacertadas reformas, no han sido precisamente una ayuda. Todo lo contrario. "Han supuesto un freno porque no siguen el ritmo de crecimiento económico y social del sector agrario", destaca el responsable de UAGA, que apunta a los bajos precios como una de las debilidades de las producciones agrarias y ganaderas.


En este argumento se detiene también el portavoz de Asaja en Aragón. Luna insiste en que unos "precios débiles" frente a unos costes de producción "disparados" continúan lastrando a este sector que "también ha tenido que soportar mucha crisis". Sus principales complicaciones las ha aportado "el difícil acceso al crédito, la numerosa burocracia y una innumerable y encorsetada normativa que no existe en otros países, incluso en otras regiones, donde el sector puede moverse mejor porque no tiene la estructura pesada que arrastramos nosotros", matiza Luna.

Desde el lado empresarial sacan pecho. Domingo recuerda que la industria alimentaria ha demostrado que en época de crisis "es un sector que se sostiene, que sabe adaptarse y que tiene éxito en el mercado internacional".


El director de AIAA reconoce, sin embargo, que el complicado escenario económico ha hecho que "el segundo sector industrial de Aragón" mostrara sus debilidades. La principal: la dependencia del consumo interno y la necesidad de internacionalizarse más y mejor. Para conseguirlo, Domingo deja la pelota en el tejado del Gobierno. "La industria alimentaria es un sector fuerte", –comienza explicando–, "pero tiene que mejorar en competitividad, porque todo lo que veníamos haciendo hasta ahora nos ha servido para llegar hasta aquí, por lo que si queremos crecer, llegar a más mercados y que las empresas tengan la dimensión adecuada, tenemos que comenzar a innovar, a promocionar... y ahí se echa mucho de menos el apoyo de las administraciones", dice.


Hacia los despachos gubernamentales se dirige también la queja de las cooperativas agroalimentarias, que, en palabras de su representante, lo único que piden es "inversión pública a cambio de objetivos claros compartidos". Marcén insiste en que el sector "no quiere que las administraciones le regalen nada", solo que compartan objetivos y que impulsen proyectos conjuntos, por ejemplo y sobre todo, en comercialización. Y reitera que ya es hora de que el Gobierno se sacuda los prejuicios, no se avergüence de ir de la mano de los productores e industriales agroalimentarios y deje de calificar de "subvencionado" a un sector que no ha recibido nada que no haya llegado también a empresas de automoción, de construcción e incluso a entidades financieras.


Pero el devenir del sector no solo depende, como van desgranando al alimón Marcén y Penella, Luna y Domingo, de los responsables de esas políticas que "ponen en riesgo la viabilidad de las explotaciones con medidas energéticas inasumibles", que "escatiman en fondos que facilitarían el necesario acceso de los jóvenes a la agricultura y ganadería" y que "no acompañan al esfuerzo inversor que la agroindustria ha hecho en los años más crudos de la crisis".


Buena parte del rumbo que tome su futuro la decidirá también la sociedad. Lo dice el presidente de Cooperativas Agroalimentarias que lamenta que los consumidores españoles no están mentalizados para consumir productos de proximidad. "España es el único país de Europa que no mira la procedencia de los alimentos y no sabemos por qué" destaca Marcén. Y explica que en Francia los alimentos que llevan la bandera del país son los primeros que se terminan en los lineales de los supermercados, con lo que se ahorra costes de transporte y ese dinero "se queda en el lugar en el que se consume para ayudar a dar empleo a tu hermano, tu prima o tu hijo", señala.


Pero los representantes de los agricultores y ganaderos y de los industriales agroalimentarios también entonan el ‘mea culpa’. Reconocen que el sector está "muy atomizado" y que el papel de "punta de lanza" –tal como les definió Rajoy– que les toca protagonizar en la conquista de la recuperación económica les exige ganar en dimensión. Muchas más si lo que quieren es hablar de tú a tú en el exterior, porque "en el mercado interior puede haber repuntes de consumo, pero no habrá recuperación mientras no se genere empleo", matiza Domingo.


"Hay que potenciar la mentalidad de equipo y además creernos que somos el equipo ganador", insiste Marcén, en un claro mensaje dirigido a las empresas. Y también en esta ocasión, los representantes agrarios exigen que la administración presupueste los recursos económicos necesarios para tender esos puentes de colaboración empresarial.