Apuestas medioambientales que se quedaron en nada

El pasado mes de mayo, el Gobierno aragonés subastó 36 vehículos de su propiedad que no ya no consideraba necesarios. Entre ellos, estaba una ranchera de la marca Saab que, además de un vehículo familiar, era un 'icono': fue el primer vehículo que funcionaba con bioetanol (combustible que se obtiene, principalmente, a través de la fermentación de la caña de azúcar y del maíz) que entró en España, en el año 2006.

Con la subasta de este vehículo –fue adjudicado por 9.500 euros, el que fue su precio de salida, cuando en 2006 se estimó que su valor alcanzaba los 33.000 euros– se ponía fin a un programa de sensibilización ambiental sobre los biocombustibles y el cambio climático llevado a cabo por la DGA a través del Centro Internacional del Agua y del Medio Ambiente (CIAMA).

El Saab 9-5 Biopower fue entregado el 27 de junio de 2006 por General Motors al entonces consejero de Medio Ambiente aragonés, el político del PAR Alfredo Boné. “El CIAMA es la gran apuesta del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón por consolidar el liderazgo y la proyección nacional e internacional de Aragón en materia de agua y medio ambiente, e iniciativas como esta de General Motors, a quien quiero agradecer expresamente, así lo demuestran", dijo entonces Boné.

"No era necesario"

Desde el actual departamento de Hacienda y Administración Pública de la DGA han explicado que antes de la subasta de principios del mes de mayo se realizó un estudio “departamento por departamento” para determinar qué bienes en propiedad no se utilizaban y, por tanto, podían ser subastados. Este vehículo se subastó, han indicado, “como cualquier otro convencional” porque “el departamento al que pertenecía vio que no era necesario”.

Las mismas fuentes aclaran que este coche no solo puede utilizarse con etanol: su tecnología híbrida permite utilizarlo también con gasolina, tal y como se exponía en el pliego de condiciones de venta de vehículos.

La subasta de vehículos de la DGA, según informó en su día el propio Gobierno, se produjo porque en ese momento los coches no eran necesario para el ejercicio de las competencias propias de la Administración de la Comunidad y de sus organismos públicos.

La hidrogenera, de momento, sin fecha

La segunda hidrogenera de toda España se inauguró en Zaragoza en el año 2008, en Valdespartera, en el marco de la Expo. Con un presupuesto de 300.000 euros y 2.500 metros cuadrados de superficie, su principal cometido era abastecer a autobuses y otros vehículos de hidrógeno que se utilizaban para el transporte de visitantes, entre otros usos.

En septiembre de ese mismo año, el entonces responsable de la cartera de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno de Aragón, Arturo Aliaga, auguró un futuro prometedor a la estación de repostaje y se indicó que el Ejecutivo estaba negociando con Expoagua la cesión de la gestión a la Fundación para el Desarrollo de las Nuevas Tecnologías de Aragón para asegurar su continuidad y posterior desarrollo.

“Es un tema que se tiene en cuenta, pero no es una prioridad”, explicaban este martes desde la actual Consejería de Industria del Gobierno de Aragón. Fuentes del departamento que dirige Arturo Aliaga han abundado que el mercado de los coches de hidrógeno, hoy por hoy, no está consolidado en España.

“Es un mercado claro, pero no inminente”, han indicado, para añadir que la titularidad del suelo actualmente la tiene el Ayuntamiento de Zaragoza y que ha habido conversaciones para que se ceda el mismo a la DGA pero no se ha cerrado nada. Esta es una circunstancia que es inevitable para una futura inversión del Gobierno aragonés en la hidrogenera, según han aclarado estas fuentes.

No sería el primer apoyo del Ejecutivo a este combustible. En 2010, impulsada por el Gobierno de Aragón, se inauguró otra hidrogenera en el polígono de Walqa, en Huesca, que en la actualidad funciona. Walqa ha apostado fuerte por el hidrógeno, acogiendo la sede de Fundación para el Desarrollo de Nuevas tecnologías del Hidrógeno en Aragón. Un esfuerzo que hace unos días se veía en parte recompensado, cuando una empresa canadiense relacionada con estas tecnologías firmaba un convenio para instalarse en este espacio oscense.