El Adiós

None

Allí permanecía quieto en aquella hilera de hombres que esperaban aquel fatídico momento. Él observaba al hombre de mirada impasible que empuñaba su arma, mientras con su mente repasaba algunos fragmentos de su vida a gran velocidad. Su niñez correteando junto a la Catedral del Pilar… El desenlace iba a ser inminente. No podía ser de otra manera y disparó. En aquel preciso instante salió disparado, corriendo a toda velocidad, era su última esperanza pero sonó otro disparó y quedó tendido en el suelo. Todo había terminado para él, aquella salida nula le privaría de disputar aquella final olímpica.

Xabier Susperregi Gutiérrez