Desaparecida

 

 

“Era un día de primavera, soleado, despejado, pero nada tranquilo. Todo el mundo estaba agitado. En las calles zaragozanas, todos andaban muy deprisa, aún ajenos a lo que sucedía. La agitación era tan grande que parecía que hasta los árboles, inquietos, querían moverse de lugar, o salir corriendo, pero sus raíces eran muy profundas. Los niños, los perros, los bolsos de las damas, parecían querer volar. En las casas, en salones, dormitorios o cocinas, todos estaban agitados buscándola ante el televisor. En el sofá, Bizén se tapaba el rostro con las manos, Pilar se las ponía a la cabeza, el pequeño se cubría con la manta hasta las cejas… Miraban arriba, abajo…al este y al oeste, pero nada, no aparecía, no la veían. Jorge estaba perplejo ante la pantalla de su ordenador, tampoco allí la encontraba. Había desaparecido. Todos, alarmados, estaban viendo, muy sorprendidos en este momento, al hombre del tiempo, al que iba a esclarecer lo sucedido, al que daba la noticia del momento. Y es que allí, donde él señalaba, nuestra región no estaba, el cierzo se la había llevado del mapa. Hoy había podido con todo, hasta con la provincia de Zaragoza y sus dos hermanas.”

A. C. U.