Un momento idílico

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Desde el lugar donde me encontraba sólo podía ver su nuca parcialmente desnuda, unos finos cabellos se le escapan del moño y la vestían ligeramente para hacerla más atractiva todavía, si es que eso era posible.


En el espacio que separaba el nacimiento de su pelo del borde del mantón podía adivinarse una piel fina y suave, todavía hoy en día me recorre un escalofrío al recordarlo.


Debido a mi posición tenía una reducida visión del escenario, lo que no me impedía imaginar el resto de la composición. Joteros y músicos formaban un colorido conjunto.


Yo sabía que tocaba el laúd, la había visto con el instrumento en la mano cuando subía al escenario. Maravillado, pude observar cómo recogía su falda con la mano izquierda mientras sujetaba el instrumento con la derecha. Exquisita dulzura, suaves movimientos, apenas unos instantes fueron necesarios para comprender que nunca podría estar a su altura.


Hacía calor, el embriagador perfume de las flores llegaba hasta mí. El momento me parecía idílico.


Beatriz Goyanes Arnedo