Almohada mariposa

Esto es todo lo que hemos podido salvar- dice el bombero con tono firme. Me da una palmada en la espalda y da media vuelta.


-Papá, ¿solo nos queda una almohada?


-No una cualquiera. Es una “Butterfly Pillow”, capricho de tu madre. Aquí soñamos contigo.


La colilla de un puro mal apagado.


Pasamos el andamio perpetuo de Lagasca hasta llegar al cruce con la majestuosa Sagasta.


-No corras.


Los Grandes Almacenes, planta de caballero, agencia de viajes. Ojeo folletos de Salou y oigo “ya no quedan islas desiertas”.


-Hijo, no molestes a la señorita


El hueco de plaza Paraíso, donde bañé la euforia tras el gol de Nayim. Las bicis pasan afiladas como efe dieciochos por el paseo Pamplona. En el mercado de la Misericordia, detrás del Gobierno de Aragón, un anticuario suelta:


-El genio y la lámpara se venden por separado.


-Pero es que los relojes con segundero me dan miedo


-Jodo con el crío


-Hijo, no molestes al señor.


Entre raíles de un tren fantasma, el Mercado Central.


-Papá, ¿cuándo vienen Los Reyes?


-Cuando vuelvan a abrir las tiendas


-¿Y esa de ahí entre los porches?


La china sonríe mientras envuelve el cojín.


-Soñar es gratis


-No molestes, hijo, no molestes.


Con esa carita…


La casa por la ventana.


Alex de Gregorio Piqueras