A salto de mata
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El frío penetrante de aquella mañana de invierno no impidió que Meterio y Ercules dieran el salto y treparan por primera vez hasta alcanzar la loma de la Peña San Miguel pensando en el épico salto que dio Roldán en la leyenda aragonesa. Tuvieron una conversación calurosa:
− ¿Ande?
− Entre las tinieblas, ¿no la ves?
− Se te va la olla, Mete, ante nuestras napias tenemos toda la Hoya, así que supongo que se
verá Osca, aunque en estas mañanas fantasmagóricas hay ciudades que desaparecen. ¡Uuuh!
− Oye tuuu, cabeciduro, háblame claro. Y no metas miedo a tu hermano.
− “Olla una y una vara, el gobierno de casa”,- siguió Ercules con el juego de palabras.- ¿Recuerdas que ésa era la norma de madre?
− Me acuerdo. Pero no hemos subido hasta aquín pa’ gaitas domésticas. Contempla todo
esto, macho, nos pertenece. Aragooooón tolón tolón. ¡La leche!
− Oye tuuu, espera, ¿ves aquello que se mueve y que aniquila todo por donde pasa?
− ¿Andé?
− Ande que ande, jolín, allá a lo lejos. Abre tu ojete –soltó el hermano mayor mientras se
rajaba sin contemplaciones.
− Jojojojo. Serán las tropas de algún morico perdido de la Historia. En este montículo estamos seguros. Y a una mala, ya sabes, damos el salto roldanés, el sálvese quién pueda. Macho, tienes unas cosas… Que vienen moros a troche y moche en estos tiempos…