Siempre mi refugio

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He vivido mucho y muy bien. He visto los lugares más hermosos del planeta y he disfrutado de esas pequeñas cosas que parecen insignificantes. Y tuve un gran amor. Solo uno. Pero bastó para marcar toda mi vida.


Ella era increíble. No supe adivinar su edad, pero parecía haber vivido mucho más de lo que su sereno rostro reflejaba. Sus rasgos eran fríos, pero su tacto cálido y maternal. Sus medidas no eran despampanantes, mas tenía algo que te hacía perder la cabeza. Poseía un corazón valiente, que se crecía ante la adversidad. Con voz firme pero a la vez suave y cristalina como el agua de un río, me susurraba historias de conquistas romanas, épicas batallas y héroes que defendían su patria.


Fue la figura que más me impactó jamás. Aunque solo estuvimos juntos durante mi infancia, su imagen y los recuerdos vividos constituyeron un refugio en el que jamás permití entrar a nadie.


Aunque el destino intente seducirme a través de parajes cautivadores, siempre la amaré a ella: mi tierra, Aragón.


Marta Asensio Vázquez