Ya sea yendo en mi bicicleta, que siento la necesidad de parar unos segundos en el puente de piedra para ver la postal de el Ebro pasar por el Pilar, o cuando veraneo en el valle de Hecho y esas praderas verdes me rodean, o simplemente cuando veo en las noticias que la fiesta del Torico es un éxito. Siempre tengo la misma sensación, un escalofrío me recorre el cuerpo. Y eso solo puede ser una cosa; orgullo.

Orgullo porque tenemos la suerte de poseer un patrimonio histórico increíble, empezando por las pinturas rupestres, la importancia que dejó Roma en Zaragoza, o más tarde con la influencia del Islam, dando paso a lo que seria más tarde la Corona de Aragón.

Orgullo porque gracias a esa historia somos lo que somos, un pueblo luchador, que no se asusta ante las adversidades.

Orgullo de nuestras montañas, de nuestros lugares, de nuestros pueblos, porque no puedes quedarte solo con uno.

Porque siempre cuando estoy detenida en el puente mirando esa postal, doy gracias por haber nacido aquí.