TERUEL

Una bendición de bebés ante los Santos Mártires

La capital celebró ayer una de sus tradiciones religiosas más ancentrales, cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII.

La procesión de 'Los cagones', en la plaza de las Monjas.
Una bendición de bebés ante los Santos Mártires
JORGE ESCUDERO

La iglesia de San Francisco de Teruel fue ayer el escenario de una de las tradiciones religiosas más antiguas de la capital: la misa dedicada a los Santos Mártires, San Juan de Perusa y San Pedro de Saxoferrato, y la posterior procesión de 'Los cagones', denominada así porque los protagonistas son niños de corta edad, nacidos en el mismo año de la celebración.


La procesión, en la que se portan las imágenes de los dos santos franciscanos, que son copatronos de Teruel junto con Santa Emerenciana, se inició a las 18.00 con la participación de un buen número de madres que portaban a sus pequeños en brazos o en carritos. Delante de las esculturas de los mártires, representados con un hacha seccionando sus cabezas, un grupo de dulzaineros abrió paso a la comitiva por las calles del centro de la ciudad, para, al final, regresar a la iglesia gótica con representantes de la Corporación municipal con objeto de participar en la ceremonia religiosa.


El acto tiene cada año una mayor respuesta popular. Los niños son bendecidos ante los santos que fueron decapitados, tras un su martirio, por un un rey moro de Valencia.


Con esta procesión y la bendición de los pequeños, que se celebra prácticamente sin interrupciones desde el siglo XVIII, se rememora la benevolencia e intervención de San Juan de Perusa y San Pedro de Saxoferrato en la interrupción de una epidemia de cólera que estaba cobrándose la vida de la población infantil en la ciudad, en el siglo XIII.


Según cuenta el cronista de la villa, Vidal Muñoz, fue el propio Concejo de Teruel -la máxima autoridad en la ciudad en época medieval- el que intercedió ante los Santos Mártires por la eliminación del brote y la curación de los pequeños. Al lograrlo, la institución prometió un voto de eterna gratitud, con la celebración anualmente de una misa y una procesión en honor de los santos milagrosos.


Hasta los años setenta del siglo pasado había tal devoción entre las madres de la ciudad, que se había constituido una asociación y establecido cuotas para atender a los santos. Las crónicas de la época afirman que los mártires fueron discípulos directos de San Francisco de Asis. Llegaron a Teruel, procedentes de Italia, a principios del siglo XIII, en una de sus acciones evangelizadoras.