La turiasonense Pilar Galindo ha reúnido a más de 12.000 personas en la edición de este año de la tradicional fiesta del Cipotegato, donde se han lanzado en torno a 20.000 kilogramos de tomate en poco más de un cuarto de hora. El Cipotegato es fiesta de interés turístico nacional.

A mediodía Pilar Galindo, la segunda mujer que representa al arlequín que rememora la figura del preso excarcelado, ha salido por la puerta principal de la Casa Consistorial de Tarazona, capital de la comarca del Moncayo. Centenares de turiasonenses le esperaban al grito de "¡Cipote, Cipote!" en la Plaza de España, donde ha iniciado el recorrido.

Galindo, quien ha concursado durante 15 años en el sorteo anual para poder representar a este personaje, ha ofrecido su actuación a su padre, ya fallecido y quien fue Cipotegato durante 20 años.

Según Galindo, "la experiencia es muy difícil de definir, ya que son muchos los sentimientos y pensamientos que en poco tiempo afloran, aunque he tenido siempre presente a mi familia".

Esta joven ha querido agradecer muy especialmente a los muchos jóvenes que se han volcado en ayudarle en su recorrido. "No tengo palabras de agradecimiento para explicar el comportamiento y la ayuda que he tenido de todos ellos", ha subrayado.

A su vuelta a la Plaza de España, y desde el monumento a la figura del Cipotegato, le han entregado un ramo de flores con el que ha saludado a la multitud que le vitoreaba. Desde allí ha sido llevada a hombros e introducida nuevamente en el interior de la Casa Consistorial.

Con la salida del Cipotegato se inician las fiestas de la ciudad en honor a su patrón San Atilano. Durante estos días, esta joven turiasonense participará en diferentes actos festivos, como el de esta misma tarde, en el que la peña Dominguera es la encargada de llevar a cabo la imposición del pañuelico a la estatua que el Cipotegato tiene en la Plaza de España.

Sin duda este personaje, con una gran historia a sus espaldas, se ha convertido en un gran foco de atracción para muchos visitantes que quieren conocer la fiesta in situ y poder ser testigos de la emoción que este acto encierra.