NATURALEZA

Las víboras, inconfundibles ofidios que hay que respetar

En la provincia de Huesca existen dos especies diferentes de víboras: la áspid y la hocicuda. En caso de que se produzca un encuentro con cualquiera de ellas lo mejor es distanciarse, no acercarse, ni asustar o mucho menos azuzar al animal.

La víbora hocicuda falta en el Alto Pirineo, pero se halla en sierras prepirenaicas como Guara o Riglos.
Las víboras, inconfundibles ofidios que hay que respetar
E. VIñUALES

Las víboras, los más venenosos ofidios que se pueden hallar en los montes, son parte de los animalillos que han sido víctimas de la injusta persecución humana hacia aquellas especies consideradas como 'peligrosas'. Sin embargo hay que abogar por un merecido respeto y por un trato más benévolo hacia las víboras, al hilo de una cultura que propicie una mayor conciencia por la protección de todo elemento que cumple su función en la naturaleza.


En la provincia de Huesca las personas se pueden topar con dos especies diferentes de víboras: la áspid (Vipera aspid) y la hocicuda (V. latasti). Y en caso de que se produzca dicho encuentro con cualquiera de ellas lo mejor es distanciarse, no acercarse, ni asustar o mucho menos azuzar al animal. Aunque la primera mencionada, la áspid, es más propia de las montañas del norte peninsular, ambas culebras ocupan pedrizas o pedreras, áreas abiertas, claros del bosque y parajes con buena insolación donde haya rocas y piedra suelta.

Las víboras aragonesas

Por lo general las víboras aragonesas son culebras de cola corta, cuerpo macizo, cabeza triangular, ojos redondos y muy marcados con una pupila vertical como los gatos -debido a sus hábitos nocturnos-, además de un dibujo dorsal en zig-zag muy típico. Esos son los caracteres morfológicos que permitirán a las personas diferenciarlas de las otras especies de culebras. La víbora hocicuda, con una especie de cuerno u hocico respingón muy patente, es más meridional, mediterránea y falta en los altos Pirineos.


La víbora áspid, de tonos grises o pardos, ocupa una amplia variedad de biotopos de los valles del Pirineo y el Prepirineo. Ésta se puede hallar hasta las cotas más altas, pues ha sido encontrada a 2.500 metros en la vertiente española de los Pirineos. Sin embargo, la víbora hocicuda habita en zonas serranas de Guara, Santo Domingo, Riglos, e incluso en relieves más bajos como la Sierra de Alcubierre, siendo ya muy rara de encontrar en el valle del Ebro. Las dos víboras aragonesas son ovovivíparas, puesto que se sabe que en los meses de agosto o septiembre ponen de cuatro a doce huevos, de cáscara muy fina, de los que inmediatamente nacen los viboreznos -con una longitud de entre quince y diecinueve centímetros- y con capacidad ya de inocular veneno.


Se podría decir que 'paren' a sus crías, pues los huevos no llegan a salir del cuerpo de la hembra progenitora hasta que en ellos no se han desarrollado por completo los embriones. Estos reptiles hibernan entre los meses de octubre o noviembre hasta el mes de abril, cuando tiene lugar el periodo de celo.


El veneno de estas víboras es una herramienta que los animales poseen para cazar a sus presas, pequeños roedores y reptiles a los que detectan visualmente, y a los que muerden para luego dejar que el veneno les mate, localizándolos posteriormente gracias al olfato tan desarrollado que tienen en la lengua. El veneno lo inoculan a través de dos colmillos que están separados entre sí por unos siete centímetros y, que a diferencia de otras culebras como la bastarda, están situados en la parte delantera de la boca.


Se trata de dientes huecos que, cuando la boca está cerrada, se pliegan contra el paladar para catapultarse hacia delante en el momento de abrirla. Al morder, los músculos presionan las glándulas parótidas que contienen el veneno, que es conducido al canal interior de estos colmillos delanteros y, por tanto, al interior de la presa o víctima mordida.

Mordeduras a personas

No hay datos ni estadísticas que recojan el número de mordeduras de víboras a personas que se producen. Pero se sabe que en la mayor parte de los casos en que se ha producido una 'picadura' de este tipo hay detrás una molestia o un manejo del animal, fruto de la ignorancia o el desconocimiento hacia este tipo de fauna salvaje. También es importante advertir que en zonas de montaña, especialmente por la noche, conviene llevar buen calzado como medida preventiva.


Pero en el caso de que se haya producido una mordedura, lo mejor será siempre mantener la calma y actuar sin mucha agitación, trasladar rápidamente a la víctima hasta el centro médico más próximo, a poder ser en las horas siguientes al suceso. Hay que procurar inmovilizar el miembro afectado y practicar un torniquete suave para que el veneno no progrese.


En los hospitales y centros de salud, lo que se hace es aplicar un suero antiponzoñoso que anula el veneno. La gravedad del caso irá en función del peso de la víctima, de la cantidad de veneno inyectado y del lugar donde le mordió la víbora. El extremo de la muerte no suele superar el 0'1 por ciento de los casos.