Santa Ana

Utebo se vuelca con su patrona

Los vecinos, vestidos de baturros, sacaron a Santa Ana en procesión. Algunas peñas prefirieron el encierro.

El pequeño Miguel Ángel Villarroya y su familia.
Utebo se vuelca con su patrona
A. A.

Con el traje regional o con vestidos 'de domingo'; con claveles comprados o con rosas y albahaca recogidas en el jardín. Daban igual los atributos, la devoción a Santa Ana unió a casi cuatrocientas personas en la procesión en honor de la patrona que tuvo lugar ayer por la mañana por las calles de Utebo, en el día grande de sus fiestas.

Antes de comenzar, mientras se organizaba el orden de salida en la calle de Baltasar Gracián, el párroco del pueblo agradeció «a todos los que vienen vestidos de baturro». «Hacéis esta procesión más gozosa, alegre y vistosa y a Utebo más hermoso», dijo David Ceamanos antes de comenzar el recorrido que les llevaría durante media hora por todo el pueblo, hasta la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción.

Abría la comitiva el portador de la cruz procesional, seguida de los diferentes asociaciones, como la de Santa Ana, que agrupa a los jubilados, o Los Espejos, la de mujeres. Durante el año, sus miembros han puesto en marcha el ropero infantil, organizan meriendas y colaboran repartiendo rosquillas en el chupinazo. No podían faltar en esta procesión que para ellas es ya una tradición. Así que allí estaban la presidenta Claudi Calahorra y la secretaria Gloria Ainaga con su cesta de hermosas flores para la santa. También la peña Solera, en este caso con una cesta de flores rojas y azules (los colores de su agrupación) participaban en el desfile, mezclados entre los representantes de los demás grupos.

No obstante, muchos iban 'por libre'. Algunos llevaban claveles, otros portaban ramitos de albahaca y el alcalde, Miguel Dalmau, presidiendo la comitiva de representantes de la corporación municipal, iba con su vara de mando en la mano, dada la solemnidad de la celebración.

Para algunos, era día de estreno: «El traje ha sido un regalo de cumpleaños, y aunque mi hermana y mi sobrina suelen venir, para mi es la primera vez», explicaba Mari Gracia, luciendo mantón de Manila y llevando a su lado a Yolanda Gracia y a la pequeña Lucía, de un año, en su carrito.

Los más valientes llevaban la peana. Valientes, porque daba la impresión de que la peana pesaba lo suyo. Toño Picapeo, uno de los pocos porteadores vestidos de baturro, lo corroboraba. «He participado desde crío pero la peana solo la he llevado un par de años. ¡Que soy muy joven!», reía este utebano de 30 años. «Pero siempre vienen los mayores, y hay que ir cogiendo el relevo», confesaba.

La banda municipal iba desgranando sus marchas, y la procesión recogía a más vecinos de la localidad con sus flores en la mano. Algunos habían echado mano de lo mejor de su jardín, como Carolina y Natalia Blázquez, de 5 años, que portaban rosas. «Es la primera vez que vienen y no paran de preguntar», decía su abuela. No querían perderse un detalle, igual que Javier Gómez y su cámara no se perdían ni un gesto de su hija Rocío, una pequeña baturrita que ha disfrutado de lo lindo de estas fiestas.

Lo mismo ocurrió en la misa. Pocos querían quedarse fuera y así, la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Utebo se quedó pequeña para la eucaristía que se celebró después de la ofrenda de flores.

A pie de encierro

Muchos peñistas prefirieron las vacas, que coincidían en horario con la misa. A mediodía salió del improvisado toril en la avenida de Zaragoza la primera de las reses, provocando la diversión de muchos jóvenes (y no tanto), congregados allí para hacer algún quite a la vaca y, sobre todo, comentar la jugada. Elías Gascón, de la peña Birolla, ejercía a pie de valla de crítico taurino, y opinaba que, aunque la segunda vaca había sido muy buena, la primera no tanto «El recorrido es muy pequeño, es mejor el de la tarde, en el centro del pueblo, que es más grande y las vacas vienen más fuertes», explicaba. «Pero la cuestión es pasarlo bien», replicaba su compañera Esther Martín, que aprovechaba para recordar los buenos ratos pasados la noche anterior en la verbena.

Y es que si el fin de semana Utebo ha recibido la visita de numerosos forasteros, los días de fiesta entre semana se viven más en familia. Así será también hoy, a las 20.30, cuando se celebre el entierro de la sardina. Después, los utebanos cantarán el 'Pobre de mí', pero aún quedará por delante la última verbena para quienes quieran despedir las fiestas bailando.