A QUEMARROPA

«Siempre lloro con el anuncio del turrón»

Entrevista a la actiz y presentadora Anabel Alonso.

Ni liga tanto como parece, ni es tan graciosa, ni sabe mentir, dice Alonso.
«Siempre lloro con el anuncio del turrón»

Le dan demasiados papeles de solterona o 'single'. ¿Se siente desparejada en algo?

Soy hija única, con lo que la cosa esa de desparejada lo llevo desde pequeña; es que eres como 'single' desde siempre. Al menos los papeles de solterona que me dan son siempre de alguien que busca el amor...


...Y que se da alegrías para el cuerpo. ¿Usted también?

¡Claro que me doy alegrías para el cuerpo! ¡Si no qué va a ser esto! Siempre hay que darle alegrías al cuerpo, pero eso estando casada, soltera, viuda, divorciada... hasta cuando uno está depresivo. Yo, por el momento, casada no estoy.


¿Le entran a ligar sin miramientos por ser famosa?

Cuando eres muy conocida, no te entran a ligar muy a menudo. Además, una pone muchas barreras, y más desde que existen los móviles con cámara de fotos. No soy nada accesible con la gente que me entra, la verdad.


Pero sí que es de lágrima fácil, ¿no?

Sí, muy fácil. Como espectadora me cuesta muchísimo más reír que llorar. Para sacarme una carcajada, cuesta. Sin embargo, con los anuncios del turrón de Navidad me da tiempo a llorar.


¿Todos los años llora con ese anuncio?

Sí, todos los años. Entre la música, el reencuentro de la familia, la madre... Me pongo blanda y suelto la lágrima.


¿Se considera tan graciosa como la vemos en la tele?

No sé yo si soy tan graciosa... Creo que me ven más graciosa de lo que soy. Y es que voy a un sitio, digo buenas tardes y ya se mean, aunque no haya dicho nada gracioso.


Con tanto chiste a su alrededor, ¿se acuerda de alguno cuando se lo piden?

Soy malísima para los chistes. Contar chistes me parece un arte y yo he de reconocer que no sé contarlos. Ese don no lo tengo.


¿Habla tanto como parece?

Sí, soy verborreica. Aunque como mi trabajo se basa en hablar, en casa soy bastante parca.


En internet se rumorea que tiene 46 años. Si es así, está siguiendo los pasos de Isabel Preysler...

Pues sí, he cumplido ya los 46 años, aunque Isabel Preysler ha puesto muchos más medios que yo para no envejecer. Yo todavía no he empezado; de momento, la genética va dando resultados.


No diga su edad muy en alto, que las actrices veteranas aseguran que no hay papeles para ellas pasados los 40.

Es verdad que disminuyen, pero como siempre he sido la amiga de la protagonista y no ella, pues no lo noto tanto.


Lo siento, pero no me creo que no sepa mentir siendo actriz.

Porque lo tengo todo canalizado en el trabajo y a la hora de la verdad tengo el cupo completo, ya no me quedan más mentiras. Por eso en la vida real se me ve desde lejos. Para mentir hay que tener muy buena cabeza y eso es muy trabajoso.


Viendo el torbellino que desprende en televisión, extraña que se considere «vaga, inconstante y bastante perezosa».

Pues es verdad. Soy muy curranta, pero en cuanto no tengo nada que hacer, no hago absolutamente nada. Me considero superperruna, me tumbo en el sofá y aquí me las den todas. Además, soy muy anárquica y caótica; hago lo que me apetece en la medida que me apetezca. No soy nada planificadora.

 

Y encima se considera incapaz de tirar ropa. ¿Cuántos armarios tiene?

Tengo un vestidor bastante grande. Me cuesta tirar ropa, igual tengo que ir al psicólogo para que me lo mire. Pero como la moda es cíclica, tengo ya cosas como 'vintage' que se han hecho 'vintage' en mi armario. ¡He desenterrado de los armarios cosas que ahora se llevan mogollón!