MÚSICA

Tenía que ser Gardel

«A Gardel buscálo en los reñideros, en la pasión agresiva de los malevos, en la belleza elegante de los bacanes, en la contorsión de los cuerpos o en la música fatal de Pugliese, Troilo o Canaro, este último uruguayo pero tanguero».

Me cité imposiblemente con Carlos Gardel al escuchar un tango cantado por Adriana Varela, una melódica nostalgia arrastrada por el teclado triste del bandoneón. El problema era el dónde, porque ni los turistas dejan ya sitio para una cita sentimental con el mito en el Museo Gardel o en su estatua del barrio porteño de Abasto, ni tampoco existe ya el recuerdo del cabaret Armenonville o si quiera el empeño por recrearlo en los bajos del Hotel Alvear, como homenaje opulento y beodo al tango del champán o al famoso morocho de saco cortón, sombrero gris de cinta negra un poco requintado y voz tan indestructible en el recuerdo como su sonrisa luminosa en la memoria.


«A Gardel buscálo en los reñideros, en la pasión agresiva de los malevos, en la belleza elegante de los bacanes, en la contorsión de los cuerpos o en la música fatal de Pugliese, Troilo o Canaro, este último uruguayo pero tanguero». Lo decía apasionado un remisero al volante de un taxi negro y amarillo, calle Corrientes arriba y abajo, poseso de segura razón y mirada sobradora. Por eso me fui a Palermo Chico o a Palermo Soho, a la Boca y a San Isidro, para terminar finalmente en el empedrado caliente de una noche del verano porteño en San Telmo, donde sonaba el piano, el contrabajo y los bandoneones, al baile de compadres, compadritos y morochas, simulando aquí la tristeza, allá las nostalgia y más allá el desamor, los celos y hasta el odio con cuchillos y botellas rotas de por medio.


Pero casi al alba, cuando la noche acabó la ginebra y el Fernet, cuando los arquetipos del baile salieron de lo marginal, entonces apareció y cantó avasallador a Cortázar un tipo elegante y avejentado, de bondadosa musicalidad y expresiva tristeza: «Solo fui una letra de tango para tu indiferente melodía». Tenía que ser él, Carlos, Carlitos Gardel.