Los aviones zapadores recuperan su hogar

Un avion zapador atrapado entre las mallas
Un avion zapador atrapado entre las mallas
JOSÉ DE UÑA

Esta es una historia con final feliz. Hace dos semanas llegó a Frontera Azul la denuncia de José de Uña, avezado naturalista, además de experto micólogo, junto a unas fotografías que había tomado que ponían de relieve una dolorosa situación para la fauna de Zaragoza: unos aviones zapadores habían quedado atrapados en las mallas de colocadas dentro de unas oquedades a las orillas del río que estos animalillos utilizan para poner sus nidos.


Los aviones zapadores (Riparia riparia) son unas aves del norte de África que llegan en primavera a nuestras latitudes para reproducirse. Buscan para ello taludes y oquedades que, sin más preparación, utilizan como nido, y siempre regresan a sus antiguas localizaciones.


«Imaginemos lo que es volver tras un largo y costoso viaje africano y encontrar la puerta de nuestro domicilio vallada a cal y canto», explicaba José de Uña, quien no entendía la medida: «Se nos hacen los sesos agua intentando descifrar la utilidad de esta medida, que sabemos de buena tinta, que ha sido varias veces denunciada».


PROTECCIÓN CONTRA LAS PALOMAS

Las mallas llevaban casi tres años puestas en una pared de la margen derecha del Ebro, el lugar natural al que acuden los zapadores a reproducirse cada primavera, enriqueciendo la biodiversidad de la ciudad de Zaragoza. Frontera Azul ha podido saber que las redes fueron colocadas por los servicios de Patrimonio del Ayuntamiento cuando se llevó a cabo la remodelación del puente de Piedra, aunque esta zona no se encuentra en el puente, sino separada de él, si bien cerca de la basílica del Pilar. La razón parece ser evitar que estropeen los edificios y construcciones de la zona. «Pero las que causan daño son las palomas, que no entran por tamaño en estos agujeros; los aviones al contrario, rinden un gran servicio porque se alimentan de insectos y nos libran de mosquitos y otros molestos insectos», señalaba De Uña.


Tras varias consultas desde Frontera Azul al Ayuntamiento, para conocer la razón de que estuviesen las mallas y las soluciones que se pensaba dar al problema, en las que parecía desconocerse el conflicto, se nos comunicó que las redes iban a retirarse. Finalmente, el pasado miércoles se quitaron las mallas, permitiendo a los aviones zapadores instalarse como era tradicional.


En total, los operarios municipales dejaron libres 146 oquedades. Durante sus trabajos se vio a aviones zapadores revoloteando cerca, y nada más retirarse los operarios un avión se posó ya en uno de los agujeros.

La preocupación y el trabajo de José de Uña, su constancia en visitar reiteradamente y tomar nota fotográfica de la situación y hacernos llegar el problema han servido para resolver un problema, uno de los tantos, que padece la fauna urbana. Uno de tantos, pues en otras aves no se ha producido esa solución.


AULAS DE NATURALEZA EN PLENA CALLE

"Hace casi cinco años desapareció otra colonia de aviones zapadores que compartían terrera por extracción de áridos con otra población amplia de abejarucos (Merops apiaster) y algunas parejas del cada vez más raro gorrión chillón (Petronia petronia) en las cercanías del galacho de Juslibol», señala José de Uña. «¿No se podría alquilar o adquirir por algún organismo oficial o alguna ONG un terreno de dichos arenales cercanos al río para sostener estas poblaciones y que sirviesen también de aula de naturaleza y observación, o de hide fotográfico?», propone el naturalista.


El avión zapador es un pequeño paseriforme de unos 12 cm de longitud, que se instala casi exclusivamente en taludes y graveras y está más ligado al agua que otros aviones y golondrinas, cuya familia de los hirundínidos comparte. La Enciclopedia de las Aves de SEO/Birdlife lo describe como una especie de presencia «escasa como nidificante». Debió de tratarse de una especie más común en el pasado en territorio español, donde la sistemática canalización de ríos y la construcción de embalses le ha quitado zonas de cría. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas se cataloga como ‘De interés especial’; mientras que la Estrategia para la Conservación de la Biodiversidad de Zaragoza, declara la especia en ‘Régimen de Protección Especial’.



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