NUCLEARES

'España podría prescindir de las nucleares mañana mismo'

Un trabajador de la central de Fukushima toma muestras de agua en el reactor 2
Un trabajador de la central de Fukushima toma muestras de agua en el reactor 2
TEPCO

“La central de Garoña es gemela de la de Fukushima, solo que se encuentra en peor estado que lo estaba la japonesa antes del accidente”, afirmaba el físico nuclear Francisco Castejón, que la semana pasada estuvo en Zaragoza participando en la charla- debate ‘Nuclear: ¿limpia, segura y barata?’ junto a la radióloga María Luisa Lores. La charla estaba organizada por Ecologistas en Acción, la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública, Ingenieros sin Fronteras y la Federación de Barrios de Zaragoza. Actuó de moderador el investigador y profesor de Ingeniería Mecánica del CPS Javier Royo.


“Garoña tiene problemas de corrosión en el circuito primario, si hubiese una explosión como la que se produjo en Fukushima, hubiera saltado por los aires y el agua radioactiva que ahora se expande por el mar, bajaría por el Ebro”, explicó este científico, nacido en Zaragoza. Castejón, que es responsable de la Unidad de Teoría del Laboratorio Nacional de Fusión, adscrito al Ciemat, afirmó que los vertidos controlados que se han estado haciendo desde la central japonesa “constituyen un episodio gravísimo: ese agua pasará a los peces, a la cadena trófica, y acabará en el plato de alguien”. Para evitarlo “habrá que decretar una veda y mantener controles eternos sobre el pescado de la zona, si se actúa de manera sensata”, advirtió.


Esa sensatez no se ha aplicado, a su parecer, durante esta crisis que se está viviendo en Japón, en la que lamentó que “parecía que lo importante era decir que no había que preocuparse” y en la que “mientras Alemania frenaba sus planes de crear centrales, China los suspendía e Italia abandonaba definitivamente el debate nuclear, España no dijo nada pese a tener centrales muy antiguas, como Garoña”.


“Somos humanos y no podemos prever todo: Fukushima, como Chernobyl o Three Island eran sucesos muy improbables, pero ocurrieron”, afirmó Castejón, quien dijo que “tenemos que abandonar paulatinamente la energía nuclear”.


"ESPAÑA PODRÍA PRESCINDIR DE LAS NUCLEARES MAÑANA MISMO"

Y aseguró que “España podría prescindir de las nucleares mañana mismo”. Esto sería posible porque “tenemos suficiente potencia instalada como para no perder suministro de electricidad, de hecho, exportamos a todos nuestros vecinos, incluida Francia; somos exportadores netos”.  “En este mes de marzo, -continuó el científico-, la energía nuclear ya produjo menos que la energía eólica. Las renovables, incluida la hidráulica ya produce el 40% de la electricidad que consumimos”.


“ Una propuesta sensata, -dijo Castejón, que es también miembro de Ecologistas en Acción-, sería cerrar las centrales en 2020. Así damos tiempo a implementar las medidas de eficiencia energética, a estructurar la red eléctrica y, además, en 30 años las centrales se han amortizado y su cierre tendría coste cero para el ciudadano”.


Una mejor solución sería la energía nuclear por fusión. Frente al sistema actual de fisión, cuyos residuos duran un millón de años, los residuos que deja la fusión apenas son activos durante cien años, y además es mucho más segura frente a accidentes.


¿Cuánto tardará en llegar esta forma de producción energética? Castejón señaló que el problema es que “todavía no existe una fusión que sea rentable, pero podría serlo si se invirtiese más en su investigación, el ITER cuesta 10.000 millones de euros que puede parecer mucho dinero, pero lo es tanto si pensamos en que la M-30 ha costado 6.000 millones”.


DUDAS SOBRE LOS TESTS 

Mientras llega, Castejón dudó de la utilidad de las pruebas de estrés que la Unión Europea ha anunciado que se va a someter a las centrales. En estos tests, dijo “se analizará su resistencia a movimientos sísmicos, probablemente ahora se incluirán con tsunamis, y es posible que también los tornados; y se prueba si resistirían el impacto de un caza, pero no de un avión de pasajeros, que es lo que venimos pidiendo, y lo que sería más probable que impactara”, explicó Castejón, quien añadió que “esas exigencias no se aplican a los edificios ‘civiles’: sala de turbinas, de control… que se ha visto que son claves para la seguridad”. Añadió que “hemos pedido pruebas de presion en las contenciones, en Fukushima ha fallado, se acumuló una nube de gas y explotó, pero creemos que no se va a hacer porque es caro y hay que parar la central”.


Los riesgos son más grandes en centrales del sistema de Garoña o Cofrentes, de agua en ebullición: el agua radioactiva de refrigeración sale de la contención y se pasea por edificios civiles ordinarios hasta la sala de turbinas, si uno hace algo sobre esas tuberías, corta ese circuito y genera un accidente grave.

Y en segundo lugar, las barras de control entran de abajo arriba, no caen automáticamente, es decir, tienen que meter presión en un sistema neumático, si ese sistema se estropea no se puede frenar la presión.

Si en Fukushima solo hubiese habido un tsunami hubiera sido terrible, porque fue el terremoto el que hizo parar la central, porque era lo único previsto.


UNA RADIOGRAFÍA A LA HORA

Por su parte, María Luisa Lorés habló de la relación entre radioactividad y salud. Lorés es radióloga del Complexo Hospitalario de Pontevedra, experta en los efectos de la radioactividad y miembro de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública.

La doctora explicó que se las dosis que se están midiendo fuera de la zona de exclusión de Fukushima equivalen a “una radiografía de tórax a la hora”. “Nos están diciendo que las dosis que está recibiendo la población no son dañinas para su salud, pero eso no está en absoluto demostrado, es muy probable que toda radiación produzca algún tipo de daño”, afirmó la radióloga que señaló que esos riesgos eran especialmente importantes para las mujeres embarazadas “sobre todo entre las 18 y 25 semanas, que es el momento en que se desarrolla el sistema nervioso mental que resulta afectado”. La doctora señaló que “la radioactividad no provoca enfermedades raras, sino una intensificación de la frecuencia de enfermedades que todos conocemos. Pero en Chernobyl se vio mucha mayor incidencia de cancer de tiroides, de leucemia, problemas neurológicos; la salud de la población bajó muchísimo de nivel ”.

Lorés, que se encontraba precisamente en Tokio durante el momento del terremoto, con su hija y algunas amigas de la joven, explicó el dilema que vivió pues “si la radiación causa daños a los óvulos de una mujer, afecta a toda la descendencia que pueda tener durante generaciones”, y recalcó que “no hay barreras para frenar la radioactividad: se extiende por personas, animales, alimentos…”. En los noventa se hizo un estudio a las mujeres de Bielorrusia y sólo el 11% no tenían sustancias radioactivas en la leche materna”, resaltó.



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