Especies exóticas

Una de las principales vías de entrada de especies invasoras en todo el mundo es el transporte marítimo, y en especial los contenedores de productos vegetales, donde se cuelan a menudo insectos y otros organismos que viven sobre plantas, fruta o maderas exóticas.


El control biológico de estas mercancías deja mucho que desear, en parte por la deficiente verificación de las cargas en las áreas de origen, pero también por la falta de previsión en los puertos de destino, que en su mayoría carecen de áreas de cuarentena fitosanitaria y personal especializado para detectar a estos, en ocasiones, peligrosos polizones.


Sin ir más lejos, los cargamentos de frutas tropicales inspeccionados aleatoriamente en el puerto de Tarragona durante 2010, ha dado como resultado el hallazgo de adultos vivos de dos esfíngidos exóticos, uno de origen americano (Enyo lugubris), de pequeño tamaño y tonos grises, y otro sudafricano de coloración más viva (Euchloron megaera), que alcanza los 11 centímetros de envergadura y coloniza buena parte de África tropical y subtropical. Ambas especies se alimentan en sus áreas de origen de muy diversas plantas, entre ellas las del género Vitis, al que pertenece la vid europea.


Estos datos, publicados por la Sociedad Catalana de Lepidopterología (SCL), son la prueba fehaciente de una de tantas llegadas accidentales de insectos exóticos a nuestras costas, y deberían tomarse como algo más que meras citas curiosas, dados los perjuicios ecológicos y económicos que acarrearía la aclimatación de estas u otras polillas esfinge en nuestras latitudes, dada la voracidad de sus orugas.