FLORES DE INVIERNO

Avellano: amentos masculinos, estigmas femeninos

Flores masculinas y femeninas del avellano
Flores masculinas y femeninas del avellano
RAFAEL MARZAL

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El avellano (Corylus avellana) se conoce más por sus ricos frutos que por sus flores, pero los estigmas rojos de sus diminutas flores femeninas son una de las pocas cosas que ‘suben los colores’ a los campos en estas fechas de crudo invierno. La floración de su producción femenina comienza ahora en enero, pero las ramas de flores masculinas aparecieron ya en octubre.


Las flores masculinas, agrupadas en amentos (una especie de espiga de flores unisexuales), producen el polen que fecunda el ovario de la flor femenina. La distinta época de floración de unas y otras no es un error. Todo lo contrario, sirve para que las flores masculinas vayan creciendo y, cuando ya estén maduras, se abren las femeninas para que puedan ser fecundadas con éxito.


TRANSPORTADOS POR EL VIENTO

La polinización en el caso del avellano se produce por el viento, el aire es el que transporta los millones de granitos de polen que los amentos producen hasta que llegue a los estigmas. Después de la polinización, el tubo polínico crece hacia la base del estigma, entrando en un periodo de reposo de cuatro a cinco meses; después de dicho plazo, se reanuda el crecimiento y, por fin, el polen fertiliza al óvulo. La cáscara de la avellana es la pared del ovario, mientras que la semilla es fundamentalmente el embrión, que se desarrollará hasta dar el fruto que es la avellana.


Esta estrategia de polinización por el aire es la responsable de la escasa vistosidad de las flores del avellano, de colores apagados y poco despliegue visual en el caso de las masculinas. Todas las fuerzas las reservan los amentos no para lucir, sino para el enorme derroche energético que supone producir millones de granos de polen que, por la variable de su cantidad, aumenten las probabilidades de llegar con éxito a una flor femenina. Precisamente por esto eligen también la época de invierno, en que el avellano, especie caducifolia, no tiene hojas, de manera que estos apéndices no entorpezcan la llegada del polen a los pistilos.


El avellano es un arbusto grande que se dan con frecuencia de manera silvestre en Aragón, siendo su hábitat predominante el Pirineo y Prepirineo y, en general todo Aragón salvo la depresión del Ebro, ya que necesita zonas húmedas y no se da bien en los suelos áridos. Crece en zonas aluviales como barrancos, torrenteras, y también en las orillas de los ríos. Por su estructura radicular resiste bien las inundaciones y avenidas y sabe mantenerse aferrado a la tierra y regenerarse. Además de aprovecharse sus frutos, motivo por que el que se cultiva, también su madera es muy apreciada y se ha usado tradicionalmente para fabricar varas.


Foto. Rama con las dos flores avellano, la masculina cilíndrica y escamosa y la femenina, en la terminación de la rama en la que se ven los estigmas rojizos. «Fotografié la flor femenina del avellano gracias a las indicaciones de mi buen amigo Manuel Bernal, ya que es tan pequeña que lo más fácil es que pase desapercibida», aclara el autor. Equipo: Canon EOS 5D, Tamron 90mm SP macro y trípode. Fotógrafo. Rafael Marzal Lamana, socio de Asafona.