BOTÁNICA

La curiosa floración del rusco

Flor y fruto del rusco en la zona del Monrepós
Flor y fruto del rusco en la zona del Monrepós
FRANCISCO SERRANO EZQUERRA

El rusco (Ruscus aculeatus) es una especie perenne que en Aragón se puede encontrar de manera preferente en el Prepirineo y en el sistema Ibérico, aunque también mantiene cierta presencia en los valles pirenaicos, y algo menos en los somontanos. Esta planta presenta unos tallos que pueden alcanzar una longitud de hasta un metro, aunque lo más curioso de su apariencia son, sin duda, sus ramas, transformadas en hojas, llamadas filoclados, que portan las flores. Las auténtica hojas son tan pequeñas que pasan inadvertidas, al punto de que parece que las hojas, y las bayas en el momento de fructificar, salen directamente de las hojas.


En su época de floración, que va de octubre a abril, da unas diminutas florecillas, de tonos verdosos y blanquecinos. Sus frutos, que empezaron a salir en septiembre y se acaban en este mes de enero, son unas bayas globosas de intenso color rojo, que pueden confundirse con las del acebo, pese a que el rusco pertenece a la familia de las Liliaceae, mientras que el acebo (Ilex aquifolium) es de la familia de las Aquifoliacea.


VALORES TRADICIONALES

Tradicionalmente se han empleado sus raíces por sus propiedades diuréticas. En algunos pueblos de la Jacetania se bendice el Domingo de Ramos y se coloca una rama en la puerta de las casas o ventanas evitando con ello las enfermedades maléficas, ahuyentando a las brujas o evitando las tormentas dañinas.


El rusco tiene también propiedades dermatológicas que han hecho que sea aprovechado por la industria cosmética, pues en su composición se encuentra un aceite esencial, resina, sales de potasio y dos saponósidos: ruscogenina y neoruscogenina. Estos extractos se usan en la fabricación de lociones para después del afeitado o cremas para la piel tras haber tomado el sol.


No se encuentra bajo ninguna figura de protección en Aragón, pero está incluida en el anexo V de la Directiva 92/43/CEE como especie de interés comunitario.


FOTOGRAFÍA. «Aprovechando que Zaragoza estaba envuelta en niebla, salí a tomar el sol con otro amigo de Asafona, experto botánico, e hicimos una soleada excursión en la zona del Monrepós para ver el castillo de Ordás. Casi al comienzo de la senda nos encontramos con esta planta en flor, que hacía tiempo quería fotografiar así, con la flor y el fruto a la vista», relata el autor sobre esta instantánea del pasado 9 de enero. Equipo: cámara Canon EOS 550D, objetivo canon 60 mm macro, ISO100, f10 y 1/60seg.

Fotógrafo. Paco Serrano, socio de Asafona.



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