CHINA

¡Tierra!

Amanece y el rocio aún cubre el corazón dormido de Pekín. Con el despertar de los pájaros enjaulados comienzan a girar las primeras ruedas de bicicletas, naves repintadas una y otra vez con sus anclas a la pendura en un puerto hoy ya lejano.

¡Tierra!
¡Tierra!
JORGE USÁN

Amanece y el rocio aún cubre el corazón dormido de Pekín. Con el despertar de los pájaros enjaulados comienzan a girar las primeras ruedas de bicicletas, naves repintadas una y otra vez con sus anclas a la pendura en un puerto hoy ya lejano. Al timón, doblando esquinas fermentadas, ventanas de vaho y secaderos mundanos van navegantes de antaño, que a cada alba, se enfundan su martillo y su cincel a la conquista de un nuevo mundo a la vuelta de cualquier esquina. Un universo glotón que desde hace una década fagocita a todo aquello que se le aproxima, un dragón que ha vuelto su hocico al Oeste, olvidándose minuto a minuto de su milenaria tradición en aras del humo y el oro.