DESDE BÉLGICA

Una fiesta comercial

Pese a estar geográficamente separadas, España y Bélgica guardan profundas similitudes en materia religiosa. Las constituciones de ambos países promulgan la aconfesionalidad del Estado y, sin embargo, el peso de la tradición católica sigue estando presente en los quehaceres cotidianos. Así, el calendario belga está, al igual que el nuestro, provisto de un número importante de festividades cristianas. Del mismo, como curiosidad, se puede resaltar que, pese a la creencia popular de que los Reyes Magos solo son alabados en España, Bélgica cuenta con una tradición similar en la que los niños reciben de los mencionados caramelos y pequeños juguetes el 3 de enero.


Pese a las similitudes citadas, el día de Todos los Santos difiere en su celebración a la festividad española. Así, si bien el primero de noviembre es festivo, no se tiene la tradición de honrar a los muertos acudiendo al cementerio, tradición que se considera más bien pagana, ni agasajarlos con flores. Si bien es verdad que el método más usual de dar sepultura a los fallecidos continúa siendo el entierro, la incineración, al igual que en otros países de nuestro entorno, va ganando adeptos. Como ya se ha mencionado, las similitudes con España son notables y, pese a la laicidad predominante en la sociedad belga, la mayoría de las ceremonias continúan manteniendo la esencia religiosa.


En cuanto a la celebración de Halloween, el fenómeno es similar al vivido en España ya que hace una década ésta no era más que una festividad de tradición americana que, como tantas otras como el día de Acción de Gracias, solo era conocida en el país a través de las series de televisión provenientes del otro lado del Atlántico.


Es por ello que esta fiesta se encuentra totalmente desprovista de cualquier tipo de connotación religiosa siendo concebida como una festividad de carácter comercial, del estilo de San Valentín. La decoración característica de esta fiesta – calabazas, calaveras, etc.- está presente en los establecimientos comerciales, sí bien no en los hogares.


Los niños belgas, pese a disfrazarse y celebrar la fiesta de Haloween en el colegio, no practican el “dulce o truco” característico americano ya que, tradicionalmente, los más pequeños son provistos de caramelos por San Nicolás, la festividad típica belga, holandesa y de parte de Alemania que se celebra el día 6 de diciembre. Pese a ello, esta celebración es un ejemplo de cómo las tradiciones anglosajonas se van imponiendo a las festividades tradicionales europeas ya que los más jóvenes sienten especial predilección por este tipo de celebraciones mucho más vistosas y desprovistas de significado en detrimento de las autóctonas tradicionales. Como es lógico, en la actualidad existe un enconado debate acerca de cómo mantener la identidad propia, algo de por sí difícil en este país crisol de lenguas y de culturas.