DESDE GUATEMALA

Comer junto a los muertos

Escuchar la palabra gringa ‘halloween’, no deja indiferente a nadie en Guatemala. Los más pequeños se van a reunir con sus caretas y disfraces por grupos de 5 ó 6 personas para salir por todas las casas de su cuadra (manzana) con la tradicional frase de “dulce o truco”. Ya se sabe que si no les das unos dulces, te tienen preparados algunos trucos. La gente prefiere lo primero. Es una fiesta infantil que, a pesar de la violencia que estamos viviendo las últimas semanas en Guatemala, -se habla ya de 17 muertos diarios por violencia o extorsión de maras-, los niños llenan de alegría las calles, con la “inocencia” propia de esa edad.


Los jóvenes tienen otras aspiraciones. Desde unas semanas atrás se organizan por grupos o individualmente para confeccionar sus disfraces para salir la noche del 31 de octubre a bailar en las discotecas de moda.


Pero cuando amanece la mañana del 1° de noviembre, todo cambia. Se pasa de la fiesta de disfraces a las visitas obligadas a los cementerios. El cementerio general de Guatemala espera la llegada de un millón de visitantes. Un trabajador dijo ayer “más chance (trabajo) para nosotros”. Pero como he manifestado en otras ocasiones, aquí se vive de una forma muy distinta a Aragón y a España. Imaginaos por un momento, el cementerio de Torrero. Visualizar cada uno de los que llevan sus ramos de flores y sus utensilios de limpieza para embellecer el nicho de un familiar cercano. Ahora añadidle una canasta de comida tipo picnic. Seguid observando cómo se sienta toda la familia alrededor de la tumba y van sacando manteles, cubiertos, termos, platos y, por fin, llega el esperado fiambre y el curtido, comidas tradicionales por esta época. ¡Yo personalmente he visto, como reparten la comida y un plato más. ¿Para quién? Pues eso, para el difunto. Brindan por el y con el. Unos lloran otros beben más de la cuenta “cuxha” (aguardiente). Están todo el día reunidos en torno a la tumba del afinado hasta bien entrada la tarde, donde el frío vespertino les indica el camino de regreso a casa.


Hay también la llamada suelta de los barriletes (cometas en España). Son gigantes y llegan a medir más de 13 metros de altura. Estos no los sacan a volar, son solamente para exposición y concurso. Los lugares más tradicionales son Santiago Sacatepéquez y Xunpango. Son poblaciones de 30.000 habitantes. Esperan para el 1º de noviembre a 600.000 personas. El año pasado fui con mi familia a Xumpango y realmente es impresionante. En los barriletes dejan plasmadas la vida del difunto y su espíritu después de tenerlo un tiempo con ellos lo dejan volar hasta que encuentra su destino. Por eso en Guatemala, la muerte no es la separación definitiva. Es simplemente un paso.