El promotor inmobiliario del bosque

El chochín es un ave de sotos.
chochín
GERARDO SANTOS AMIGOT

El chochín es una especie de bosque que en Aragón puede verse con frecuencia en los sotos, aunque no es fácil que se deje observar. Este pajarillo es un estricto insectívoro, al que puede verse buscando comida por las intrincadas malezas, carrizos y zarzas de las orillas de los ríos y humedales, en cuya vegetación captura pulgones, arañas, moscas o escarabajos. Rara vez coge insectos del suelo, aunque sí se acerca a veces al agua para hacerse con mosquitos y efímeras.


Este paseriforme, de apenas nueve o díez centimetros de longitud, tiene un aspecto compacto, con una cabeza voluminosa y una cola corta. Su diminuto tamaño no hace presagiar el potente y melódico canto que emite, tanto el macho como la hembra. Su nombre científico es Troglodytes troglodytes y, por el momento, no se aprecian amenazas graves a la especie, salvo la pérdida de sotos en las riberas.


Se trata de una especie sedentaria en Aragón, con poblaciones estables a lo largo de todo el año. Durante los meses de frío, sin embargo, se detecta la presencia de aves invernantes procedentes de regiones noreuropeas, según explican Javier Sampietro y Enrique Pelayo en el 'Atlas de especies nidificantes de Aragón'.


Es ahora, en el mes de abril, cuando el chochín comienza su periodo de reproducción. El macho de esta especie tiene una curiosa estrategia para conquistar a la hembra. Muchas especies, llegada la época del celo preparan su nido, al que intentan atraer a la hembra. Este método se multiplica en el caso del chochín.


El macho construye no uno, sino cuatro o cinco nidos, con el fin de impresionar a la hembra y lograr sus favores. Este multipropietario del bosque espera a sus posibles parejas y les lleva dar una vuelta por sus posesiones inmobiliarias. Hay que decir que el nido de esta especie es una construcción elaboradísima: un complejo entramado de hierbas, completado con musgo y otros materiales blandos, completamente cerrado, excepto por un pequeño agujero. Una vivienda de alto standing, cuya contrucción implica miles y miles de viajes transportando las pequeñas briznas de hierba. Todo ello, multiplicado por cinco, como acabamos de decir. ¿Cuál es el objetivo de este imperio faraónico construido por el macho? Demostrar a la hembra que tiene la fortaleza suficiente para haber hecho semejante obra de ingeniería y, por lo tanto, fuerza suficiente para sacar adelante los pollos que críen, si es el elegido.


LA REPRODUCCIÓN

El tamaño de la puesta oscila entre tres y nueve huevos, cuya incubación lleva a cabo la hembra durante unos veinte días. Como el periodo de reproducción llega hasta julio, a veces se produce una segunda puesta al acabar la primera.

Se trata de una especie polígama, y el macho puede emparejarse con más de una hembra, de manera que todo su esfuerzo construyendo nidos no es en balde: es posible que utilice más de uno para sus numerosas familias. La fortaleza demostrada en la construcción le sirve luego durante la época de cría, pues también colabora en la alimentación de todos los pollos de su prole, aunque con menos dedicación que la madre.


La foto de esta información es de Gerardo Santos Amigot. El fotógrafo explica así el momento de tomar la instantánea: "Es la víspera de Nochevieja. Paseo por la ribera del río Mesa, entre las localidades de Jaraba y Calmarza. Con varios grados bajo cero, del río de aguas termales emana una ligera niebla que es el vapor de las aguas calientes. En la otra orilla un chochín se me queda mirando con curiosidad. Sin hacer movimientos bruscos, saco de la mochila el teleobjetivo, lo monto en la cámara y, sin necesidad de esconderme, me permite unas cuantas tomas. Nunca entenderé por qué unos pájaros huyen y otros me permiten acercarme".