PATRIMONIO

La 'cara oculta' del sarcófago de Épila

Fruto de la casualidad se descubrió que el monumento funerario adosado a un retablo de la iglesia de Santa María la Mayor tenía otra mitad igual hasta ahora desconocida. Hoy empiezan los trabajos para extraerlo.

La 'cara oculta' del sarcófago de Épila
La 'cara oculta' del sarcófago de Épila
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Después de muchos años en los que solo ha podido contemplarse una parte del sarcófago de la capilla de los Condes de Aranda, un grupo de investigadores de la Institución Fernando el Católico ha hecho una cata y ha comprobado que esta importante pieza de alabastro ubicada en la iglesia de Santa María la Mayor de Épila tiene otra mitad que permanece oculta. Hoy empezarán los trabajos para extraerlo, algo para lo que se necesitarán varias grúas y un minucioso trabajo.

 

El sarcófago es del siglo XV y en él están, entre otros, los restos del vizconde Lope Ximénez de Urrea (fallecido en 1475), que entronca con la dinastía del condado de Aranda. Según explica el párroco de Épila, Miguel Ángel Barco, este monumento fúnebre se trasladó a su ubicación actual cuando se construyó la iglesia nueva (de finales del siglo XVIII) y fue adosado al muro. "Posiblemente se trata de un juego de armonía simétrica con el resto de retablos", añade el párroco, mientras señala los otros once aparte del altar mayor.

 

Pero, ¿cómo llegó a descubrirse que el sarcófago no era solo lo que se veía? La explicación hay que buscarla en un cúmulo de casualidades. La primera, a través del taustano Enrique Galé, que estudiando a Pedro Manuel de Urrea, hijo segundo del primer conde de Aranda, desubrió un ejemplar de una de sus obras desconocidas que había sido prohibida por la Inquisición. En ella, había referencias a este sarcófago.

 

A partir de ahí, la Institución Fernando el Católico encargó las primeras catas y se descubrió que la pieza era simétrica. Entonces, se reparó en los tres leones que sostenían el sarcófago y se descubrió que en el palacio de los Condes de Aranda había otros tres leones más. Esto significaría que, originalmente, el sarcófago permanecía volado sobre los seis leones y que el mármol que ahora cubre el hueco fue colocado a posteriori.

 

Todo el sarcófago es de alabastro y con los escudos heráldicos de la familia en azul y blanco. Aunque esta policromía se ha perdido en los escudos que sostienen los leones junto al suelo. Está realizado por la adhesión de 34 piezas, aunque ahora solo son visibles 23.

 

El objetivo ahora es extraer el sarcófago, moverlo algo menos de dos metros e iluminarlo para que pueda admirarse por ambos lados, según explica el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Épila, Adolfo Díez. Los trabajos comenzarán hoy y lo primero será desmontar el altar. Previsiblemente, en cuatro días podrían empezar con la parte más espectacular y delicada: la de mover el monumento funerario con el durmiente arriba. Por su peso y sus dimensiones (tiene algo más de tres metros de longitud y uno de altura), se necesitarán varias grúas para desplazarlo. Solo este trabajo tiene un presupuesto que supera los 13.000 euros. Su restauración está valorada en unos 20.900 euros, aunque de momento no cuenta con financiación.