TARAZONA Y EL MONCAYO

El encierro andando de Novallas vuelve a convertirse en una cita multitudinaria

Este año se varió el recorrido para evitar la fuga de animales, en una tradición que es Fiesta de Interés Turístico en Aragón

Los astados son guiados por mozos a caballo hasta el casco urbano.
El encierro andando de Novallas vuelve a convertirse en una cita multitudinaria
Nora Bermejo

El frío que hacía a primera hora de la mañana de ayer no impidió que cientos de personas presenciaran en Novallas el tradicional encierro andando, una cita multitudinaria de sus festejos patronales que está declarada de Interés Turístico en Aragón.

 

Cumpliendo con una costumbre que data del siglo XIX, cuando no había medios de transporte para trasladar a los animales, las reses bravas se soltaron en unos campos a pocos kilómetros del municipio. Guiadas por las manos expertas de decenas de jinetes, las vacas llegaron a su destino sin incidentes pero con un ligero retraso.

 

Y es que este año, como norma de seguridad, se varió el recorrido para evitar un maizal en el que es más fácil la fuga. "Las vacas están muy bien dirigidas por los caballistas y la verdad es que ha salido muy bien, ha estado controlado durante todo el recorrido", explicó el alcalde novallero Jesús Fernández, quien mostró su satisfacción "por haber terminado sin ninguna cogida ni escapada".

 

Las vacas llegaron a Novallas cruzando la N-121, carretera nacional que tuvo que ser cortada durante unos minutos por la Guardia Civil, ante el asombro de algunos conductores, sin duda, ajenos a lo que ocurría en la localidad.

 

Las reses, de la ganadería turolense Los Chatos, cumplieron con las expectativas y consiguieron convertir el encierro en una cita tranquila, dentro de lo que cabe. No es difícil recordar encierros de otros años que acabaron con la huida de varias vacas, como en 2006, cuando se tardaron algunos días en atraparlas.