MONITOR DE CAMPAMENTO

Con la mochila preparada

A las 12.30 del 2 de julio salía de la estación de Delicias, en Zaragoza, el autobús que llevará a Jorge Prieto hasta el Moncayo, donde trabajará dos semanas como monitor de un campamento. Con él viajan otros siete jóvenes y noventa niños con edades comprendidas entre 11 y 14 años.

Prieto, de 23 años, tiene previsto realizar hoy las compras de última hora. En su mochila no pueden faltar unas buenas botas para superar con éxito todas las actividades programadas por la montaña. Tampoco la crema solar y la linterna, imprescindibles para enfrentarse a este reto. Meterá todo su equipaje, con el saco de dormir y una esterilla, en una gran mochila, aunque llevará otra más pequeña para excursiones cortas en plena naturaleza.


Los días previos a la salida ha asistido a una reunión para rematar todos los detalles del campamento y concretar las funciones que debe llevar a cabo cada uno de los monitores. A Jorge, en concreto, le han asignado la organización de un taller de juegos tradicionales aragoneses. "Hay algunos que ya conozco, pero de otros me tengo que informar antes de irme", explica.


Él será también el responsable de una serie de actividades en las que tiene experiencia, como barranquismo o escalada en el Santuario de Moncayo. Entre la programación que tienen prevista realizar con los asistentes a este campo figura una ruta en bici, la observación y anillado de pájaros o una excursión hasta la cumbre.


Un plan tan apretado exige también cumplir unos horarios estrictos. La idea es que el despertador suene a las 8.30. Tras el aseo y el desayuno, comenzará una jornada intensa. A las 0.00 será el momento de apagar las luces. Entonces, los monitores dispondrán de tiempo libre para programar el calendario del día siguiente y evaluar las actividades desarrolladas.