COMUNIDAD DE CALATAYUD

Consternación en Saviñán y Morés por la muerte de un vecino en un encierro

Cientos de personas despidieron ayer al hombre que falleció al caerse desde dos metros y medio de altura durante las vaquillas. La localidad moresana vive tres días de luto

Cientos de personas acudieron ayer tarde al funeral.
Consternación en Saviñán y Morés por la muerte de un vecino en un encierro
JESÚS MACIPE

Cientos de personas se acercaron ayer hasta la iglesia parroquial de Saviñán para despedir a Pascual Arévalo Ibáñez, el hombre que falleció el domingo por las graves heridas sufridas cuando participaba en un encierro de vaquillas en Morés. Esta localidad de 460 habitantes vivió ayer el primero de tres días de luto decretados por el Ayuntamiento en un pleno extraordinario celebrado a las 9.00.

 

Hasta mañana, las banderas de la casa consistorial estarán a media hasta y llevarán crespones negros en señal de duelo, según indicó el alcalde de Morés, Lucio Franco, que, como otros representantes municipales y vecinos del pueblo, acudió al funeral de Pascual Arévalo. El domingo a las 13.30 este hombre, natural de Saviñán, se cayó de unos dos metros y medio de altura cuando estaba subido en una estructura preparada en algunos tramos del recorrido de los encierros. Sufrió entonces un fuerte golpe en la cabeza. Aunque fue atendido por los servicios médicos y trasladado al hospital Ernest Lluch de Calatayud, nada pudo hacerse por salvar su vida y fallecía horas después.

 

Según explicaron algunos habitantes de Morés, este año se instaló una especie de burladero con una escalerilla en varios puntos del encierro y junto a la pared, para que los corredores pudieran subirse, porque cada vez son más las puertas de las casas que se cierran.

 

"Vino el novillo pegó en la esquina y, al moverlo, el hombre que estaba sentado cayó", comentó Carmelo Uriol, un moresano. "Menos mal que el toro tiró hacia la plaza", añadió otro vecino de la calle, porque en la estructura había más hombres que también fueron al suelo. El bar Monares, que está justo en el lugar del accidente, estaba lleno.

 

Morés y Saviñán están tan solo a cuatro kilómetros y los aficionados a los festejos taurinos de un pueblo pasan a las fiestas al otro. José Antonio Rodrigo estuvo con Pascual un rato antes del incidente, "nos conocíamos de hacía muchos años, no se ha perdido una fiesta de Morés". Aunque vivía en Palma de Mallorca, donde se casó y tenía un restaurante, mantenía una estrecha relación con su pueblo natal y seguía su afición por las vaquillas. "Era muy buen chico, venía siempre que podía porque tenía aquí su casa, ha sido muy mala suerte", señaló Francisco Villalba, un amigo.

 

Desde las 18.30 los alrededores del templo de Saviñán se fueron llenando de gente para acompañar a la esposa, a los tres hijos, los padres y los dos hermanos de este vecino, al que muchos recordaban por su simpatía y su carácter abierto.