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Flores que apetece morder

Alfonso García se pega todo el día con las frutas. Primero, en Mercazaragoza. Y, cuando tiene tiempo libre, las talla para convertirlas en realistas ramos de flores

Alfonso García, terminando de tallar, sí, tallar, una sandía.
Flores que apetece morder
víctor lax

Zaragoza. Un jarrón de calas con raíz de hinojo y zanahorias. Unas rosas con remolacha y otras flores, para adornar el ramo, hechas con nabo e incluso con guindilla. "Cuidado, que te picará si la tocas", advierte Alfonso. Y es que así es el mukimono. No un escritor japonés de éxito, que ese es Murakami, sino una técnica ancestral china que convierte frutas y verduras en ornamento para platos e, incluso, en verdaderas esculturas.

 

Y al zaragozano Ángel García resulta que se le da muy bien. Y eso que solo lleva seis meses practicando. "Había visto cosas por televisión y me metí en Internet a investigar", recuerda. Y de allí, a coger cuchillos tailandeses y otras herramientas fabricadas por él mismo y a empezar a escarbar en las frutas, hasta que presentan un aspecto similar al de la foto. "Se utiliza mucho en los cruceros, tanto con vegetales como con hielo, y yo estoy empezando a hacer piezas para bodas y comuniones", cuenta. De hecho, en la pasada feria de Qualimen, mostró alguno de sus trabajos para presentar un 'stand'. Allí coincidió con Judit, una ilerdense que se dedica profesionalmente a esta técnica y que recientemente dio un curso al que Alfonso asistió.

 

Pero es que lo de Alfonso con las frutas, además de profesión, es devoción. Es mayorista en Mercazaragoza, dueño de Comarcal Distribuidora de Frutas, y allí se pega horas y horas cada día. "La crisis se nota. Hablamos de una caída en ventas de entre el 13 y el 14%. Esto está siendo muy serio", explica.

 

Fundó la empresa en 1990, pero en 1978 ya tenía un puesto. Y, además, su padre tenía la misma profesión, así que, a los 14 años, ya le estaba ayudando. Debido a su trabajo, duerme una siesta larga y unas tres o cuatro horas por la noche. Porque a las 3 de la madrugada ya está al pie del cañón. "Aquí, el que menos trabaja, se pega diez horas", informa. Pero eso no le impide ponerse, cuando puede, a modelar la fruta para convertirla en muy variado ornamento.

 

"Soy tan hiperactivo que los domingos me levanto a las seis de la mañana. Además, me gusta hacer de todo con las manos", cuenta. De hecho, aparte de su trabajo y su particular 'hobbie', también le queda tiempo para pintar. ¿Y qué pinta Alfonso? Pues, como no podía ser de otra manera, bodegones. "Si es que llevo toda la vida con las frutas, lo mío es una deformación total", se escuda. Hace unas semanas, montó una exposición y vendió bastantes óleos, pero aún cuelgan en su despacho algunos cuadros que muestran manzanas o pimientos -"los primeros que pinté", dice-.

Pintar, tallar... y comer

Y por si fuera poco, en casa de este herrero, no hay cuchara de palo. Él pinta fruta, talla fruta, vende fruta? y también la come. "Por lo menos, dos o tres kilos al día", afirma. "Hombre, me paso todo el día en Mercazaragoza, así que voy picando cada poco", reconoce. Entre su favorita, "el melón, o un melocotón jugoso, tipo Calanda, o la fresa, que la coges con muchas ganas".

 

Sin embargo, a la hora de esculpir, prefiere la sandía. "Es lo más llamativo, aunque, con un tomate, ¡quedan unas flores?! Y con la manzana hago un pavo real que queda genial". Eso sí, este arte se estropea enseguida. "Y es mejor no comerlo, porque le ponemos un producto para conservarlo". Menos mal que avisa. Porque, a simple vista, apetece mucho darle un mordisco a estas frutas reconvertidas en ramos. "Yo creo que es muy agradecido, me resulta más difícil pintar. Y esto le gusta a todo el mundo", concluye.